Opinión

Nube Viajera: Soñé arroz con coco

Quiero ver a los ojos a Álvaro Clavijo y felicitarlo. Es tan evidente cuando un cocinero se atreve...
viernes, 30 de octubre de 2020 · 02:00

Tenemos una foto preciosa juntos. 

Un día de muchísima felicidad para cocineros mexicanos, latinoamericanos, y del mundo. Es un talentoso, y me cae bien porque somos los dos irreverentes. L´enfant terrible le dije en mi sueño.

Tengo muchísimas ganas de ir a Bogotá, Colombia, una ciudad de mujeres bonitas, deliciosas empanadas, un sitio en el que viví de todo, hace muchísimos años y hace pocos también.

Soñé que iba a El Chato. En esa esquinita de una zona linda para caminar. Con una entrada amable, una barra en la que hace años me tomé un súper Martini, y unas escaleras al cielo. 

En mi sueño me acordé que hace poco un periodista que poco conozco, pero por morbo leo de vez en vez, habló pestes de su cocina. Me pregunto qué le habrán dado de comer, en mi sueño comí y sentí una cocina honesta y cariñosa, honrosa de su país. 

He ido varias veces. Pero ese plato de cangrejo y arroz que probé en mis sueños, me confirmó de qué esta hecho. 

Un plato femenino, con muchísima intención. Probé hace muchísimo un tamal ahí y en la ensoñación otro, este último increíblemente superior. Es tan evidente cuando un cocinero se atreve.

Tengo en la lengua el saborcito de ese consomecito que acompañaba unos calamares delgaditos, elegantes y súper seductores

En el sueño le eché tantísimas flores, honor a quien honor merece. Quiero que venga más a México, los chilangos lo entenderían muy bien, y wow, ese arroz con coco, tan de su tierra, tan simple y osado como mi sueño, tan bueno. 

La técnica cuando es sabrosa es celestial. 

Quiero siempre más cocineros del corazón con o sin técnica, pero que sientan,  por favor.

Me alegra saber que voy a volver mucho a Bogotá. Quiero siempre caminar sus calles, escuchar su cantadito, quiero saludar a los amigos, quiero pensar a mi madre, quiero ir a El Chato. 

Ya no en sueños, verle los ojos a Álvaro Clavijo, y felicitarlo porque se atrevió. 

¿De eso se trata la vida, no?

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