OPINIÓN

Nube viajera: Creámonosla

No creo que un sexo sea superior o inferior al otro. Creo que son distintos
viernes, 1 de marzo de 2024 · 00:30

No, mi abuela no plantó ningunas vides pensando en que eventualmente se convertirían en caldos maravillosos. Hice un curso en Davis hace unos años -complicado y fascinante-, y aún me cuesta entender químicamente la maloláctica pero, de verdad, la siento en el paladar y sé a qué sabe. Y produzco vino, y me gusta saber de vino, leer de vino, consumir vino y no, no soy enóloga, no soy sommelier, no soy heredera y propietaria del rancho de mis sueños -aunque el mío en el Valle de Guadalupe es mío y me gusta-. 

A mí nadie me sugirió hacer un posgrado en administración de empresas, estudié Derecho porque no sabía qué hacer, cocina de poco a poco cuando pude, pero nunca en la escuela en la que debí haberme atrevido. Soy team hemisferio derecho del cerebro. Y aunque me falta muchísimo por aprender, me funciona.

¿A poco cocinas bien? me cuestionaron hace poco. No puedes hacer tantas cosas, continuó, no te creo. El comentario lo hizo un hombre, y, sin ánimo de violentar, es difícil pensar que me lo hubiese hecho una mujer. El síndrome del impostor le llama en la psicología a lo que nos hace sentir equivocadamente indignos de los éxitos que logramos y, por angas o por mangas, nos sucede más a las mujeres que a los hombres. ¿Sesgos? ¿discrimación?, ¿sexismo?, ¿autoexigencia?, o simplemente, que las reglas las diseñaron ellos. Food for thought.

Me gusta escribir de las cosas que pienso, qué como, qué pruebo, de los lugares o de las personas con quienes vibro -o no-. No estudié periodismo, pero diseñé un medio de comunicación bien hecho; no, no pisé aulas de letras, pero sí, escribo regularmente y pienso seguir haciéndolo. Mis lectores me celebran, qué gozada, me desnudo cuando escribo, qué sanador, pero, ¿lo haré bien? Complicado y profundo este tema de creérnosla, y hablo por mi género, pero no hay de otra, hay que entrarle con lo que tengamos dentro de nuestra caja de herramientas.

Hay mucho tema pendiente en la agenda de la equidad de género, de lo que sienten ellos, de los éxitos de nosotras, y de cuándo lo celebran y cuándo no, y nosotras de los éxitos de ellos, y de cuándo lo celebramos y cuándo no. Lo cierto es que la brecha persiste, es milenario y se palpa todos los días.

Termino citando a García Márquez y pensando -como adoradora de los hombres que soy-, que solamente suma. Lo único realmente nuevo que podría intentarse para salvar la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo. No creo que un sexo sea superior o inferior al otro. Creo que son distintos, con distancias biológicas insalvables, pero la hegemonía masculina ha malbaratado una oportunidad de diez mil años.

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