Nube Viajera: Migrando de estación

Mi jardín comienza a manifestarse. Hizo muchísimo frío este invierno, de todos los tipos de frío, y consumí decenas de árboles en la chimenea, pero había que calentar el alma. Pero terminó, no sé cuándo, pero terminó y el jardín me lo dice. 

Los manzanos comienzan a florear, son quizá las manzanas más ricas, como las panocheras poblanas, chiquitas, óvalos las mías, súper dulces y las mejores para cualquiera de las preparaciones de manzana, mantequilla, azúcar y pasta quebrada. 

Los jitomates también comienzan a manifestarse y eso, fue producto de las abejas y los pájaros que polinizan y riegan por todo el jardín -y el del vecino-, de matitas de cherry, tomate negro y otros patagónicos que me regaló un grandísimo cocinero argentino que respeto enormemente. Me ilusiona hacerlos mermelada esta primavera para servir con un curry. 

Las plantas perdonan, como uno debe hacerlo con las cosas que duelen. Tengo limones y naranjitas chinas que perdonaron el frío, tengo olivares que perdonaron la lluvia y también nochebuenas que no les gusta la Navidad, y perdonaron. Hay que ser como ellas. 

Ando buscando tréboles de cuatro hojas, llenar de buena vibra, de cosa linda, pensar en el futuro y soltar, soltar, solecito y días de cuando me hacían pan y mantequilla. Pero como todo, pasa, se modifica, evoluciona. Y todo es para bien. 

Estoy esperando unos días de más calor para sombrero puesto sembrar pimientos del padrón y nuevamente ajíes para cebiches. Se me antoja también que este año si se darán mis zanahorias y el maíz crecerá más alto, siento que así será. Y con la primavera también decidí tener gallinas y los huevos más ricos del mundo. Huevos, se necesitan muchos huevos para cambiar de estación, por dentro y por fuera. Bienvenida la primavera, las ensaladas de tomates con aceite y sal, bienvenida seas.