¿Tienes colesterol alto? Tal vez el motivo sean los carbohidratos

El temido colesterol, en realidad es una sustancia esencial para la vida de todos los animales, incluidos los humanos. Todas las células del cuerpo lo producen para realizar funciones como la creación de ácidos biliares para la absorción de grasas y vitaminas esenciales, o para producir hormonas como el estrógeno y testosterona.

Como ya lo mencionamos, el colesterol puede ser producido de manera natural por el cuerpo -principalmente en el hígado- o puede ser adquirido por alimentos ricos en esta sustancia, que usualmente son los de origen animal.

El colesterol y los carbohidratos

Según un estudio realizado por un equipo internacional de cardiólogos y publicado por la revista BMJ Evidence- Based Medicine, las personas con colesterol alto deben evitar los carbohidratos. Con este mismo estudio se descarta la idea de que las personas con esta afección deban renunciar a  los alimentos con grasas saturadas, contrario a lo que se había recomendado en los últimos años por expertos en salud.

Una dieta baja en carbohidratos es más eficaz para aquellas personas que sufren sobrepeso, hipertensión, diabetes, por supuesto, colesterol alto; ya que éste aumenta en la sangre muy poco o nada en la mayoría de las personas que siguen dietas keto o bajas en carbohidratos, lo que se ha comprobado con casos en los que los niveles de colesterol LDL disminuyen notablemente después de haber comenzado este tipo regimenes alimentarios.

Por otro lado, este tipo de dietas en la mayoría de los casos ocasiona pérdida de peso de manera rápida, lo cual está ampliamente relacionada con el aumento temporal de los niveles de colesterol, por lo que es importante esperar unos meses para que se estabilicen estos niveles. 

Cuáles son los niveles recomendados

Los índices adecuados para personas de 19 años o menores a esta edad es de 170 mg/dL,mientras que para los adultos mayores de 20 años va de los 125 a 200 mg/dL. Para los mayores de edad es necesario realizarse esta prueba por lo menos cada 5 años, ya que sus niveles están ampliamente relacionados con enfermedades crónicas y molestas, que pueden ser sencillas de prevenir si cuidamos aspectos como nuestro peso, así como la actividad física y dieta que llevamos.