Opinión

Bitácora del Paladar: Dos postales y un parpadeo 

A lo largo de este país, hay una cantidad de esfuerzos en silencio que hacen todo lo posible para que la gastronomía viva. Muchos han sumado ideas positivas, han entregado esfuerzos y, sobre todo, han aportado pequeños granos de sal y azúcar para que los sabores no se pierdan
viernes, 19 de febrero de 2021 · 01:30

13:45 hrs. en una ciudad capital. 

Sobre la banqueta de cemento repleto de hojarascas hay momentos acumulados, dos jóvenes de traje azul con una corbata mal combinada esperan con ansia que la fonda de muchos de sus días, abra la cortina para que puedan sentarse a la mesa y consumir ese rico menú de ochenta pesos que tiene una de las mejores aguas de sabor de la colonia y, en donde el desplazamiento del bolillo sobre el plato de frijoles es ya una tradición para estos dos amigos trabajadores.  

Ahí, durante más de 25 años de vida, muchos asistieron a probar la sopa de pasta con las menudencias de pollo que le daban el sabor especial. Los viernes de tacos de cazuela eran los más recurrentes y cada día 15 de mes, la propietaria entregaba el postre estrella: Un pastel de elote, cuyo cobro estaba fuera del menú y cubría el dulce capricho de la paga bien ganada.  

En ese local de 30 metros cuadrados, se vertieron tantas historias bajo el calor de las cacerolas y la estación de radio que acompañaba los silencios del buen comensal

Lo cotidiano de llegar a comer ahí en enero terminó.  

Ahora los dos jóvenes no saben dónde comer y es lunes de quincena. Saben que deben de cuidar los pesos en estos días inestables, es por eso que esperaron hasta las dos de la tarde por si acaso abrían la cortina blanca metálica. Eso no pasó.  

11:00 hrs. en una ciudad pequeña. 

El joven chef se sienta a la mesa. Se lleva las manos a la cara. En silencio recorre con la mirada las dos mesas que están ocupadas. De su boca no sale palabra alguna.  

Se le acerca un papel para firmar. Es la factura de un proveedor. Desliza la pluma mientras sigue observando las dos mesas que tiene frente a él y, al concluir el garabato suspira mientras se arregla el cubrebocas blanco que lleva puesto y que evita las muecas de preocupación.  

Acaba de abrir el restaurante después de días de cierres y la falta de cocineros, de insumos y de flujo económico le han generado jaqueca esa mañana. Él sabe que saldrá adelante, porque la fe mueve las almas y las manos para trabajar.  

Ha diseñado un menú de baja inversión y apuesta por un lleno en su restaurante para el día de los enamorados. Su panadería es genial, su grilled cheese sándwich es de lo mejor que el comensal ha probado y con el sol de su terraza, la magia de la cocina se siente con energía en el cálido mes de febrero. 

El queso amarillo con el toque de mantequilla y el pan crocante hace que en cada “cronchi” la ansiedad por el segundo bocado sea acelerada, logrando con ello, que el placer de comer nos lleve a sonreír en la mesa.  

Este cocinero es un sobreviviente. La fe renovada viene de su familia y de esa exquisita terquedad que le ha caracterizado, pero la sonrisa del comensal del sándwich le da el ánimo que requiere para salir adelante ese día.  

Desearía que hubiese brisas de sonrisas en casa mesa para que la alegría sea lo único que se contagie.  

A lo largo de este país, hay una cantidad de esfuerzos en silencio que hacen todo lo posible para que la gastronomía viva. Muchos han sumado ideas positivas, han entregado esfuerzos y, sobre todo, han aportado pequeños granos de sal y azúcar para que los sabores no se pierdan. Hay medios que reseñan los mejores esfuerzos, columnas que enaltecen sabores y cocineros que publican frases que alientan. Se han generado redes de amigos que, desde la cocina, el salón, la red social o el mensaje con sus amplios rieles de comunicación, desean que día a día todo se vea positivo.  

Aportar lo mejor en ideas, reflexiones platos, recetas, llamadas y mensajes es lo que eleva los latidos del corazón para continuar. Hablar bien para transitar el mal pasajero y dejarlo ser parte de un pasado, es una tarea solidaria. 

Creo que esto podría pasar mejor, si parpadeamos deseando que, al abrir los ojos, todo esto nos haya puesto de pie siendo mejores humanos.  

Otras Noticias