¿Por qué se comen los romeritos y el pavo en la cena de Navidad?

Siempre es grato impresionar a los familiares y amigos con un pavo grande rebosante y espectacular. Y por otro lado, queremos deleitar el paladar con unos ricos romeritos. Se trata de dos platillos imperdibles en esta temporada. Pero, ¿por qué comemos estas delicias el 24 de diciembre?

Comencemos con el pavo, los registros históricos mencionan que esta ave ha permanecido en el gusto de casi todos los habitantes del mundo desde tiempos remotos. Sebastián Vertí en su El libro Clásico de la Navidad en México, menciona que en el México prehispánico fue conocido con el nombre de guajolote o gallo de papada. Se encontraba libre en los bosques de pino o encino de las mesetas tanto del occidente como del este del país, en las planicies costeras de lo que hoy es Tamaulipas y Veracruz.

"El guajolote, era utilizado por los habitantes indígenas, los cuales lo domesticaron. Por su tamaño y por la calidad de su carne lo tenían en gran aprecio y formaba parte del alimento de sus celebraciones festivas, utilizado en diversas formas, usualmente en los moles", menciona Vertí.

Actualmente, el pavo es el huésped principal de la cena de Navidad, que nadie puede dejar de disfrutar y como podemos darnos cuenta, esta ave siempre ha estado en los momentos festivos de México.

LA RIQUEZA DE LA MILPA

Los romeritos pertenecen a la familia de los quelites y aunque se pueden conseguir todo el año su mayor demanda es en épocas decembrinas, ya que se trata de un platillo imprescindible en la cena del 24 de diciembre.

Los romeritos nacen en las milpas de manera silvestre y es en los últimos meses del año cuando se prepara en mole y con nopalitos.

Este alimento se elabora, sobre todo, en la zona centro de la República Mexicana. Hablar de este quelite es hablar de hierbas silvestres. Por lo general son muy tiernas y algo aromáticas.

No cabe duda que los romeritos, son una especialidad que a todos encanta. Por ello, prepárate para disfrutarlos en esta Navidad.