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Día Mundial de la Alimentación: ¿Cómo afecta el cambio climático a la comida?

Actualmente medio millón de personas viven en lugares que se están tornando áridos y se está perdiendo la tierra arable entre diez y cien veces más rápido que se está formando.
viernes, 16 de octubre de 2020 · 14:02

Ya estamos viviendo los estragos del cambio climático y seguro tú también has notado sus efectos. Los inviernos pasaron de ser fríos a tener un ambiente cálido y la primavera, en algunas ocasiones, está inundada por lluvias.

De acuerdo con un informe emitido el año pasado por la Organización de las Naciones Unidas, el cambio climático se agravará en los próximos años dejando como consecuencias inundaciones, sequías, tormentas y otros eventos climáticos extremos que no solo alterarán, sino también reducirán los suministros globales de alimentos. Todo esto sucedería en un panorama bastante desfavorable, pues actualmente más del 10% de la población mundial ya está malnutrida.

La relación del cambio climático con la alimentación

El reporte, hecho por más de cien expertos de 52 países, encontró que queda poco tiempo para atender esta amenaza pues ya hay medio millón de personas que viven en lugares que se están tornando áridos y se está perdiendo la tierra arable entre diez y cien veces más rápido que se está formando.

Parte de este problema se debe a que tan solo entre los años 1850 a 2015, la temperatura del aire en la superficie terrestre ha aumentado en 1,53 ° C. Esto significa que los ecosistemas de estas regiones estarán cada vez más expuestos a temperaturas extremas y precipitaciones más allá del clima al que están actualmente adaptados.

Lo anterior ya ha empezado a afectar la estructura, composición y funcionamiento de cada ecosistema, por lo que estas alteraciones también puede tener impacto en los alimentos que consumimos. Algunos de ellos podrán verse reflejados en factores de suma importancia en el proceso de elaboración y recolección como como la disponibilidad de agua, plagas y enfermedades y servicios de polinización. Por otro lado, cambiar el CO2 en la atmósfera afectará la biomasa de la misma y, por consecuencia, la calidad nutricional de la comida.

Ahora bien, para los riesgos de seguridad durante el transporte y el almacenamiento también pueden verse agravados por un clima cambiante y podrían llegar a afectar la salud.

Y por último, las demandas metabólicas cambiantes y estrés fisiológico al que las personas pueden estar expuestas por las temperaturas extremas abre la posibilidad de que las personas pueden llegar a necesitar más comida para hacer frente a estas problemáticas, un problema que se será aún más difícil de resolver si tenemos en cuenta todas las dificultades anteriores.

No todo tiene que ver con comida

Aunque no lo creas, todos estos factores tienen el potencial de alterar tanto la salud física como la estabilidad cultural

La disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad en materia alimentaria también tiene repercusiones en otro tipo de áreas. Por ejemplo, algunos autores de este informe también aseguran que la escasez alimentaria podría tener mayor repercusión en las zonas más empobrecidas del mundo, desatando flujos migratorios en América del Norte, Europa y otras partes del mundo.

 Un caso concreto de esto es el caso de la población de El Salvador, Guatemala y Honduras; pues entre 2010 y 2015  se quintuplicó el número de personas que salía de estas regiones para viajar al norte de México. Curiosamente, esto sucedió a la par de un periodo de sequía que dejó a muchos sin comida.

¿Qué podemos hacer?

Aunque el panorama suene desalentador, este informe sí ofrece esperanza, sugiere vías en las que se puede ir atendiendo el problema de las crisis climáticas y alimentarias incipientes. En su mayoría las propuestas incluyen mejorar la productividad de la tierra, desperdiciar menos alimentos y persuadir a más gente de que su dieta no dependa tanto del ganado y de la carne.