Cocina tradicional mexicana
Rituales de las maestras tortilleras
Entérate cómo las niñas de Tlaxcala aprenden a reconocer el maíz y qué tiene que ver, en esto, un sapito ¿quieres saberlo?A las niñas entre 6 y 8 años las llevan a hacer un ritual, las llevan a un monte que se conoce como Zacatepanco, Tlaxcala, ahí ellas buscan un sapito rey que es chiquito, les ponen este animalito en sus manitas, para que puedan ir teniendo la sensibilidad de conocer el maíz, la masa y el nixtamal.
“Las pequeñas son quienes buscan este sapito, ellas lo tienen que encontrar, si no lo hacen en su primera visita, tienen que volver en otra ocasión. Una vez que lo localizan, pasan las mamás o las personas más grandes y piden permiso a dios, a los puntos cardinales y empiezan con un sahumerio. A las niñas se les coloca entre sus manos el sapito y hacen un movimiento de manos de un lado a otro, tienen que acariciarlo y sentirlo”, esto es lo que nos platica Dalia Rodríguez, cocinera tradicional de Tlaxcala y que en su experiencia propia nos dice que esto hace que, las niñas, obtengan una sensibilidad tan profunda que puedan distinguir cuando ya está listo el nixtamal y cuando no. Una vez que hayan hecho este ritual todas las tortillas se inflan.
RECUERDOS Y AÑORANZAS DE FAMILIA
Cristina Flores Angeles, cocinera originaria de Ixtlahuaca, del Estado de México, ahora jefa del área de comales en Pasillo de Humo, dice que ser tortillera simboliza y evoca a recuerdos de su origen de familia y de ir a la milpa.
“Pero, no sólo esto, pues además de este ejercicio tradicional del cuidado al alimento, a la familia, también fue nuestro sustento en un tiempo en donde mi madre hacía tortillas para un señor que vendía tacos y, aún en ocasiones, sé que está mal decirlo y pensarlo ahora, pero en ese tiempo hasta me avergonzaba un poco hacer tortillas para vender. Ahora, es distinto, estudié gastronomía, ya de grande. Es curioso porque ahora en mi trabajo es un área fundamental, y aunque algunos de mis ex compañeros de la universidad a lo mejor puedan pensar que sigo haciendo tortillas, ahora lo siento distinto; me enorgullece y es lo que comparto con mis compañeros y es lo que me hace feliz”, así me platica Cristina Flores Angeles.
CONEXIÓN CON OLORES Y TEXTURAS
Yo comencé grande, conocí a Juana Segundo ella había hecho tortillas desde los 5 o 6 años de edad, con la dedicación que sigue haciendo tortillas me inspiro a mí a hacerlo.
También, como Cristina estudié gastronomía, a diferencia de ella, de Oscar Segundo y de Juana Segundo, no nací entre milpas, y aprendí a hacer tortilla a los 24 años. Mi mamá siempre me decía que mi bisabuela sí sabía tortear y que ella había aprendido, pero ella perdió la práctica pues con las actividades diarias de la ciudad y ser madre soltera fue complicado continuar. Por esto es que aprendo de Juana Segundo, ella nos enseñó (a Oscar y a mí) cuando comenzamos con un negocio muy pequeño, vendiendo garnachas y después tortillas que fue creciendo hasta que llegamos a hacer 50 kilos de tortilla a mano diarios. Ha sido toda una experiencia, el aprender a nixtamalizar, el lograr esta conexión, son olores, texturas de la masa, el color del nixtamal, de la masa, aprender a reconocer sonidos para saber cuando ya está listo el nixtamal, la molienda, cuándo voltear una tortilla y ver el resultado final, cuando todas las tortillas inflan. Lo disfruto mucho, es algo que nunca quiero dejar de hacer.
ORGULLO E IDENTIDAD
Las tortilleras somos mujeres, indígenas, mestizas, campesinas, citadinas que desempeñamos una labor de hacer tortillas y que consideramos este alimento como símbolo de identidad mexicana, no sólo esto, sino que forma parte de nuestros orígenes que hay una conexión sensorial que direccionamos y ejecutamos con conocimientos milenarios heredados, que no se les puede poner un precio, un conocimiento que se adquiere a través de las vivencias de otra persona y del tiempo. La importancia de las tortilleras no sólo busca que se vuelvan a utilizar herramientas ancestrales como el metate o procedimientos de nixtamalización, sino también la recuperación de ellas mismas; que no se sientan avergonzadas de hacer una tortilla, sino orgullosas en lo que representan en la realidad de México. Porque sin ellas que cuidan nuestro alimento más representativo que es el maíz, no habría maíz, no tendríamos tortilla. No tendríamos toda esta cultura que siempre nos enorgullece.
RITUAL
A las niñas entre 6 a 8 años se les pone un sapito en sus manitas, para que puedan ir teniendo la sensibilidad de conocer el maíz.
PASIÓN
Aprender a nixtamalizar, el lograr esta conexión, son olores, texturas de la masa, el color del nixtamal.
OFICIO
Las tortilleras son mujeres, indígenas, mestizas, campesinas, citadinas que desempeñan la labor de hacer tortillas.
TORTILLA
Símbolo de identidad mexicana. Forma parte de nuestros orígenes, ya que hay una conexión sensorial que direccionamos y ejecutamos con conocimientos milenarios heredados.
HERENCIA ANCESTRAL
A la tortilla artesanal no se les puede poner un precio, ya que su confección posee conocimientos milenarios que se adquiere a través de las vivencias de otra persona y del tiempo.
REFLEXIÓN
Sin las mujeres que se dedican a hacer tortillas, no tendríamos toda esta cultura gastronómica que siempre nos enorgullece.