Opinión

La industria al plato: El nuevo rostro de la hospitalidad urbana

En las principales ciudades del mundo, las terrazas han cobrado protagonismo como escenarios de encuentro, celebración y disfrute cotidiano

La industria al plato: El nuevo rostro de la hospitalidad urbana
Jack Sourasky Foto: Especial

La pandemia dejó huellas profundas en nuestros hábitos, y una de ellas fue el renacer de los espacios al aire libre. Lo que comenzó como una medida de seguridad, se transformó en una nueva manera de vivir la gastronomía: más abierta, más relajada, más conectada con el entorno. Hoy, las terrazas no son sólo una extensión del restaurante: son el corazón de la experiencia.

En las principales ciudades del mundo —y por supuesto en la Ciudad de México— las terrazas han cobrado protagonismo como escenarios de encuentro, celebración y disfrute cotidiano. Se han convertido en espacios que combinan diseño, ambiente y oferta gastronómica con un toque cosmopolita y vibrante. No es casualidad que cada vez más comensales pregunten primero si hay terraza antes de reservar mesa.

Este cambio responde a una necesidad emocional. Después del encierro, el aire libre representa libertad, bienestar y conexión. Pero también responde a una nueva exigencia estética: las terrazas hoy son espacios curados, pensados para provocar sensaciones. Un buen coctel, una carta inteligente y una ambientación cuidada pueden convertir una comida casual en una experiencia memorable.

El diseño juega un papel esencial. Las terrazas ya no son improvisaciones con mesas plegables: son escenarios cuidadosamente construidos para reflejar la identidad del restaurante y atraer a públicos que valoran el detalle. Desde la iluminación hasta el mobiliario, cada elemento suma.

Además, la coctelería vive un auge paralelo. El coctel dejó de ser un accesorio y se convirtió en protagonista. Las cartas líquidas creativas, con insumos locales, técnicas innovadoras y propuestas visualmente atractivas, maridan perfecto con esta nueva forma de hospitalidad urbana.

Lo cierto es que las terrazas llegaron para quedarse. Hoy representan una forma de hospitalidad más abierta, más humana y más sensorial. Son una ventana a lo que viene: una gastronomía que no solo alimenta, sino que también respira, inspira y se adapta.

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