Hay varias versiones sobre el origen de junio; unos cuentan que proviene de Junio Bruto, fundador de la República Romana, y otros afirman que el mes que recién comienza tomó su nombre de Juno, diosa romana del matrimonio y reina de los dioses. Yo soy team Juno.
En junio hay lluvias de estrellas -como esa que acaba de caer en México de estrellas rojas, sonrisas, inconformidades, celos, orgullo y de apuntarme muchos restaurantes que ni idea-, es el mes del pollo asado, el mes de la sonrisa para los británicos y para muchos pueblos indígenas, junio es un mes de profundo significado, que marca el inicio de un nuevo ciclo y la celebración de la conexión con la naturaleza, tiempo de renovación para esta cosmovisión indígena, me quedo con esta última.
En mi junio he visto flores que me llenan mucho; en junio sentí el dolor de una mujer convaleciente que me abrazó muy fuerte -y además probé su cocina-; en junio me conmoví y me senté a llorar al ver, recorrer y respirar el proyecto Fragmentos de Doris Salcedo en el corazón de Bogotá. En mi junio también entendí que así no era, en mi junio probé un blanco chileno que no me gustó nada, en mi junio pienso comer muchos tacos.
En junio aparecen listados de restaurantes en donde México destaca -y no-, me emocioné por Huniik, por Arca (me encantan ambos), me incomodé por otros míos favoritos y me reí del número 51 -de nuevo-, dicen los que saben de numerología que este número es una invitación del reino divino, me llevas Paco. Pienso y pienso cuáles son mis apuestas para el número uno de esta lista -también de sonrisas, inconformidades, celos, orgullo y de apuntarme muchos restaurantes que ni idea-, ojalá se me haga.
En junio veré el mar en la Riviera Francesa, celebraré a mi amigo del alma sin duda con los mejores vinosdel mundo (feliz cumple Peter) y en junio se pondrá a prueba la razón, el equilibrio, la congruencia. Ahí va caminando junio, siento que tendrá lindos sabores.