La vida pasa y rápido, ¿lo sienten igual que yo? La percepción que tenemos del tiempo cambia de acuerdo con variables que entran ahí e inciden en lo que sentimos sobre esa cosa tan rara que es el tiempo.
Los meros estudiosos afirman que las emociones, la edad, lo sabroso, lo aburrido o lo cachondo de las actividades que realizamos durante ese tiempo, por ejemplo, son elementos que ayudan a modular la noción de éste. El tiempo es una cosa rara.
La Real Academia Española define: el tiempo es la magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos; es decir, no pasa el tiempo igual cuando estoy en un buen restaurante que en un mal restaurante (aunque, de hecho, sí); un amor de años se siente distinto cuando uno la pasa bien y cuando uno la pasa mal con esa persona; un viaje en avión se siente distinto, cuando se está tristón, se hace mucho más largo que cuando uno sabe que lo van a recoger, como antes, con flores y muchas sonrisas.
Revisando menús, bocados después de mis viajes, y trabajando en proyectos personales que me están haciendo experta en “si no es, ni aunque te pongas”, me encontré un cuento precioso de Gabriel García Márquez y una nota mía sobre un par de citas de este autor acerca del tiempo. Me quedé helada.
“He visto, con algo de paciencia, a lo inolvidable volverse olvido, y a lo imprescindible sobrar”. Válgame Dios, qué poderosa y verdadera afirmación.
No nos ensalsemos señores, nos olvidamos de lo que no nos da mucho, nos olvidamos de un amor o de un sabor mediocre, nos olvidamos que dar nutre.
Seguía revisando menús e integrándolos en mi cajón –que en realidad ya es un ropero– de los recuerdos y los textos de lo que como, y fue entonces que leí la segunda frase del célebre escritor colombiano, aún más conmovedora que la anterior. "Todo llega, todo pasa y todo cambia". Me cimbró. ¿Qué llegó, pasó y cambió en mí? Muchísimo.
Porque los plazos se vencen. Los de abrir nuevos restaurantes en mi ciudad que sirvan ensaladas con carne seca y brioche con erizo; los de iniciar cambios estructurales, los de dejar de procrastinar, los de comenzar a comer pan de muerto.
Y todo pasa, pasa el tiempo, la vida, la razón, la tempestad, la emoción, todo pasa. Pero eso sí, los que sabemos soñar bonito sabemos que los plazos para soñar no se vencen, esos son propios y permanecen en el juego y en la fantasía.
La vida pasa y rápido, y es una belleza. Dediquemos tiempo a los que quieren pasar el tiempo con nosotros, no perdamos tiempo y vayamos a bares como al que fui el martes a tomar cubas de Bacardí.
Hagamos tiempo para hacer más sopas, que mañana, sólo es un adverbio de tiempo.