Opinión

Nube Viajera: En otra vida

Deseo de corazón que todos lleguen a su cima, que cocinen rico, diviértanse siendo buenos periodistas y mejores críticos, tengan pasiones y vicios elevados

Nube Viajera: En otra vida
Foto: Especial

Me encanta Martha. La conozco hace como treinta años, alianzas viejas de las familias, conexión con el arte y los intelectuales, coincidimos en miradas a la belleza, y claro, en ser piedritas en el zapato, porque ella como yo, molesta a veces solo por filosofía, opinión, paladar o levantadita de ceja.

Tengo con esta cocinera amante de México un pendiente en la vida y estoy segura querida que lo lograremos. Juntas, en portada de revista posando producidas por sus amigas que visten a Lady Gaga, entre varias otras mujeres a las que con seguridad o admiramos o nos intrigan, y con un falso (como dicen algunos cocineros) título: “Las 31 mujeres que odiamos”. Ándale Laura Manzo, ayúdanos, tu empezaste todo eso, es que me carcajeo.

No malinterpreten, estoy llena de amigos y de amores que se ríen de la opinión de esa otra mitad de las personas que no me conocen, pero que sí saben quién soy y qué hago y les incomoda. 

Sale el tema a la luz porque serán en la industria en la que me desenvuelvo, días en los que, nuevamente, los dimes y diretes de la gastronomía son el pan de cada día. Que si ella es socia secreta de un capo mundial, que si a ésta otra la persigue el fisco, que si no hay P3 en el menú mejor ni la invites, que si cobra por lo que no debe cobrar, válgame, la lista de fábulas alrededor de mi persona es larguita, qué agotador para sus autores.

Platico con una mujer sabia a la que por cierto además de hablar de Yung le gusta hablar de la buena mantequilla francesa, de los tipos de cucharas, de protecciones entre mujeres y con quien escucho la canción de En otra vida en versión Carín León. Es que si uno se va por el camino de ser grande, hay que saber que lo estarán mirando, juzgando y será malinterpretado, dice ella con esa inteligencia única. Y sí, arriba hay viento fuerte, yo fluyo, tengo piel gruesa y hace mucho me importa poco el cuento que nace de la ignorancia o la mediocridad, la vida es tanto más bonita y conjugar el verbo “espíritu elevado” tanto más nutritivo. Pero ahí viene de nuevo, cada año en estos meses se conjuga como nunca el verbo “fiftybestear” y se habla de estrellas rojas como si fueran lunares, híjole. 

En fin, la cima no es calma, leía hace poco, es ruido, atención, presión. Deseo de corazón que todos lleguen a su cima, que cocinen rico, diviértanse siendo buenos periodistas y mejores críticos, tengan pasiones y vicios elevados. Yo, por lo pronto, cuento los días para hablar de estos temas con Emilio Lezama al calor de un tequilita y no descansaré Martha Ortiz, hasta conseguir nuestra portada. En ésta, o en otra vida.