Opinión

Confieso que he comido: La danza de los platillos

Déjenos comer lentamente, porque mientras que lo hagamos, hablaremos de comida. Que el ritmo de los platillos sea el tan suave como el de nuestras pasiones.

Confieso que he comido: La danza de los platillos
Sophie Avernin Foto: Especial

Antes que nada, estoy consciente que este no es un espacio para quejas personales, pero esto va más allá de mis intereses. Lo que voy a exponer aquí va tanto para beneficio de los comensales como para el de los restaurantes. Desde hace unos años me he fijado en una tendencia en la aceleración del servicio. Hasta aquí todo parece estar bien. El problema es que este se acelera tanto que tiempo y espacio parecen no estar disociados. El espacio es obviamente esta mesa alrededor de la cual nos reunimos por varias razones: negocios, amistades, amor, gula y un gran etcétera.

El tiempo, pues obviamente es el momento entre la llegada y la salida del restaurante.

Las entradas y los platos fuertes suelen ser una progresión de sabores que van de sutiles a potentes, terminando con un final feliz y la dulzura que esto supone.

Desde hace un tiempo la tendencia del servicio ultra veloz es la constante en los restaurantes. Las entradas y los platos fuertes llegan al mismo tiempo. Nada puede gastro-enfurecerme más que esto. Porque claro, terminaré comiendo frío uno de los platillos que están sobre la mesa. Sentirme apresurada me desespera. Incluso en las taquerías pido un platillo a la vez porque sé que ahí necesitan acelerar el paso para generar volumen de ventas, lo entiendo. En un restaurante el servicio estilo taquería me saca de mis casillas. Ahora pido lentamente. Aviso de cajón, “seré un comensal pesadilla”, pero si me siento contenta, se me notará y ellos también se verán beneficiados de esa felicidad. La velocidad en la mesa resta gozo a la experienia. Soy una ferviente creyente que los restaurantes son un lugar para sentir placer. De no ser el caso, no hay razón por la cual salir de casa para ejercer una necesidad primaria: alimentarse.

A los mexicanos la comida es un tema que nos apasiona. Lance al aire la pregunta casual: ¿cuáles son tus tacos favoritos? Prepárese que retiemble en su centro la tierra, porque todos tendremos opiniones y es muy probable que nadie esté de acuerdo, y esa es la belleza de México. Así que déjenos comer lentamente, porque mientras que lo hagamos, hablaremos de comida. Que el ritmo de los platillos sea el tan suave como el de nuestras pasiones. Déjennos gozar.

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