Dolce far niente, frase y filosofía italiana que me viene y me va mejor que nunca; se traduce como "la dulzura de no hacer nada". ¿Ejemplos?, contemplar el movimiento del mar así sentadita y sin hablar, en un parque sentarse en una banca a ver a la gente pasar, ver llover, ver el fuego, observar y ya. Qué rico no hacer nada. Cultivar más el ocio, crecer mucho haciéndolo, sin duda, creo que por ahí estoy encontrando mi crecimiento personal de estos tiempos, no será para siempre ni son medidas definitivas, pero las estoy sintiendo como urgentes.
Me encuentro buscando las actividades más raras últimamente. Ese curso de salumería que siempre quise tomar, las fechas que me gustarían del Camino a Santiago -particularmente durante el cruce por los Pirineos y sola-, y ahora, organizar un summit, mío, para mi y mis amigos que saben de esto, de bebidas espirituosas, el negocio, el placer, la antropología en ello, y claro, lo que hago muy bien, contar sus historias.
Nací -nacimos muchos- necesitando, por muchas razones, o queriendo, por otras, estar permanentemente atareados. El síndrome de la vida ocupada, de un ritmo frenético de no parar y claro, la hiper estimulación. ¿Por qué?, porque así lo mamé desde que abrí los ojos a la vida, -el mundo es de los valientes- me enseñaron, pero, ¿puede también ser de valientes parar? Food for thought.
Me gusta mantener la mente ocupada, no niego mi esencia, pero digamos ¿qué tal resetearme en un dolce far niente a mi manera?, no sería solo contemplar, pero sí sería huír del ajetreo, mi master mind particular, hacer algo muy mío, distinto, nuevo, despacio, de lo que no sepa nada. Despertarme y ver un río quizá, tomar café y pensar, desayunar huevo cocido a un término mollet, de entre seis y ocho minutos, y buenos panes con aceite, más café, estirar el cuerpo y hacerle bien. Aprender de bivalvos exóticos, de 'nduja, de nuevas audiencias, de lo que comen y beben, algo de psicodelia, conocer a profundidad de la proporción aúrea, de Fibonacci, de Junmai Daiginjo, pues sé poco de sake, de mí.
Así voy sintiendo el momento de ocio que requiero, un ocio voluntario, porque lo elijo yo, un ocio super satisfactorio y placentero, y quizá, el elemento que más burbujea en mi cuerpo, un ocio que será un espacio inmensamente creativo del que estoy segura van a surgir cambios, proyectos, decisiones y nuevos placeres. Poco cortisol, hablar con algún ángel que me tope, caminar mucho, aprender de grandotes, observar, tomar vino no joven, hacer poco que es mucho o hacer poco, ya que menos es más.