Opinión
Armonia Gastronómica: La cultura sidrera asturiana, Patrimonio de la Humanidad
La Unesco ha reconocido la cultura de la sidra asturiana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la HumanidadEn España, es tradición brindar con champagne o con cava durante la Navidad y, especialmente, en Nochevieja. Sin embargo, años atrás, cuando el champagne era escaso y caro, Asturias popularizó la sidra achampanada, una versión con burbujas ideal para estas celebraciones. En mi familia, esta bebida ha sido la preferida durante años, una alternativa simpática al exclusivo Veuve Clicquot.
Recientemente, la Unesco ha reconocido la cultura de la sidra asturiana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este reconocimiento subraya no solo su relevancia histórica y cultural, sino también sus métodos de producción sostenibles. La sidra, obtenida de la manzana, ocupa en Asturias un lugar similar al que todos conocemos como la cultura del vino.
La sidra natural, con su característico proceso de escanciado, es única. Este método, que consiste en verterla desde lo alto para oxigenarla y realzar sus aromas, es una tradición que se vive intensamente en sidrerías asturianas y vascas. En el País Vasco, por ejemplo, las barricas se abren al grito de “¡Txotx!”, marcando el inicio de la temporada.
La bebida ha evolucionado con el tiempo, y ahora existen diferentes tipos: la sidra natural tradicional, la filtrada, la espumosa o las innovadoras sidras de hielo, hechas con manzanas congeladas, inspiradas en técnicas canadienses. Aunque por años estuvo limitada a Asturias, hoy se producen sidras de autor en diferentes regiones de España, valoradas por su calidad y por armonizar con una amplia variedad de platos.
No solo es un excelente acompañante de la cocina asturiana, sino que también combina muy bien con otras cocinas regionales, recetas iberoamericanas e, incluso, platos de autor. Chefs de renombre como Nacho Manzano, con tres estrellas Michelin, han innovado con platos que integran la sidra, resaltando su versatilidad y su sabor.
Por otro lado, las sidrerías ofrecen más que gastronomía: son espacios para socializar y compartir momentos únicos. En Madrid, lugares como Casa Mingo o Couzapín destacan por mantener esa esencia asturiana.
La inclusión de la cultura de la sidra en el Patrimonio de la Humanidad nos invita a valorar su riqueza cultural, histórica, social y gastronómica. Sin duda, merece un lugar destacado en nuestra mesa y en nuestro legado gastronómico.