Comienzo este texto con una afirmación seria: soy una adoradora de los hombres, me gustan mucho, y no quisiera jamás que se interpretase lo contrario, pero también es necesario decirlo, las reglas las diseñaron hace muchos personajes del sexo masculino y hoy son reglas caducas. Es imperativo tejer una agenda de género, también, en este mundo raro en el que me muevo. Es
imperativo. No aguantamos más.
¿Somos mejores? No, pero el tiempo es el de las mujeres, el de la sororidad, el de menos silencio, aunque incomode.
Perdí el proyecto porque no quise seguirle el ritmo a un beso que nadie se ofreció a darle, me dijo una. A mí también me incomodó con un abrazo que nadie le pidió, me dijeron varias. Todos tenemos una amiga violada y nadie un amigo violador, qué difícil.
¿Que si me he sentido violentada?, sí. ¿Acusada?, sí. ¿Abusada?, sí. ¿Cansada?, sí. ¿Asustada?, sí. El miedo o la decepción de la brecha de género trasciende a si uno es hombre o mujer, porque nos pasa a ambos sexos; pero, en serio señores, necesitamos que nos ayuden, acá, como en ningún otro lugar, no podemos solas.
Es el momento de las mujeres. De cuidarnos, de ver a una cocinera como la número uno del mundo, de más portadas en medios, de un valor a la calidad y al éxito por ser bueno y no por ser liderado por una mujer. Es el momento de las mujeres, de denunciar el acoso, el abuso, las barreras, las puertas cerradas, la incredulidad en nuestra capacidad.
Cuidémonos entre nosotras sí, pero más inteligente aún, cuidémonos entre todos. Hay que poner fin a la discriminación contra mujeres y niñas en el mundo, una oportunidad más igualitaria sólo nos hará mejor a todos. No se cieguen señores, cocinamos igual, producimos iguales vinos, somos empresarias, mamás, mujeres, jefas de familia, multitaskers, amigas, hermanas, cómplices, podemos con todo y lo hacemos muy bien, pero queremos sentirnos escuchadas, respetadas admiradas y seguras, todo el tiempo. Y necesitamos a los hombres en esa construcción y con la camiseta puesta. Abramos un espacio de discusión para hablar de estos temas con nombre y apellido, para contarles que nos incomodan, que somos mucho y que nos gusta ser mucho. Keiko, Claudia, Lulú, ya comenzamos, solo hay que pasar la voz. Es el tiempo de las mujeres.