Opinión

Nube Viajera: Qué sí y qué no

¿Qué si? Celebrar a los restaurantes que saben rico, celebrar en ellos, celebrar con ellos. Sí a los buenos Martinis, a la cocina de Guido Tassi que vengo soñando

Nube Viajera: Qué sí y qué no
Valentina Ortiz Monasterio Foto: Especial

Despertar viendo el mar, siempre sí, a mí me llena tanto, tanto, que casi es posible ver físicamente cómo se trasmina la energía de afuera hacia adentro de mí, de adentro hacia afuera de mí. Así viendo el mar. 

Sí a ese tiempo mío muy temprano en las mañanas - fácil una hora-, tiempo para mí. Eso es muy sí. Despertador interno de las cinco o seis de la mañana -así pasa cuando uno crece-, lavarme la cara y disfrutar ponerme cremas que me hacen sentir preciosa, bajar con la casa quieta a prepararme un jugo de apio de prensa en frío y al menos dos cafés. Reviso algún periódico, termino de leer estos días un libro sobre el mar, pierdo el tiempo meticheando en redes, siento cómo la luz ilumina mi cama, un beso a mis niñas. Y más tiempo para mi antes de que inicien mis días que no tienen pausa. Las mamás no tenemos pausa, la nostalgia no tiene pausa, los proyectos no tienen pausa, y, hablando de qué sí y qué no, sé que debo modificarme y hacer muchas más pausas. Se me nota en el cuerpo, en la mirada, se me ve bien.

¿Qué no? Mantener a los demás completos, hace cachitos eso, me lo recuerdo como mantra diario, ayuda saberlo, y ayuda que te lo recuerden también. ¿Otros ”no”?, pum , para mi hay miles, escoger una salsa que no combine con el taco de elección; beber mal vino; decir que si cuando no se quiere, no se está seguro o simplemente no se sabe; y, no, no, no, hacer mignonette con ingredientes que trasciendan una acidez suavecita, vinagres, jugos de verduras quizá, cebollas en cualquiera de sus versiones y pimienta. 

Sí a muchos cielos rosas, no solo como los que estos días me han regalado en mi ciudad y despertaron en mi lo que dormía tantito, sino también los que siempre pintaron esos jardincitos de esa casa, de esa ciudad, de ese amor, todo eso que no se quita, que evoluciona, que se transforma, pero que vive conmigo.

¿Qué si? Celebrar a los restaurantes que saben rico, celebrar en ellos, celebrar con ellos. Sí a los buenos Martinis, a la cocina de Guido Tassi que vengo soñando que pronto tendré cerquita, sí al vino mexicano y a los espacios que generamos para que se promoviera -Nación de Vinos viene lindo, qué bonito papá lo adoptó y lo hizo mejor Gus-; sí a dar gracias a la vida y sí a cantar “Urge”, de Martín Urieta, porque urge, es cierto, urge. 

Sí a ese toro cortado en mesa con ponzu amazónico de Micha, sí a las enchiladas suizas, sí a los ravioles con mantequilla y limón que hice el martes, sí a dar, sí a flexibilizarse, sí a la coherencia y a la congruencia con sus honrosas excepciones, sí a lo que hace feliz desde muy adentro aunque no sea comprensible, sí, a las galantinas y las terrinas, sí a repetir, sin cesar, gracias por lo que se siente rico. Sí. 

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