En los próximos días, dos selecciones de cocineros mexicanos estarán en Nueva Orleans para enfrentar uno de los más duros retos para los profesionales de la cocina: el pase para las finales del Bocuse D'Or y la Coupe du Monde de la Pattiserie, que se realizarán en Sirha Lyon en 2025. Nueva Orleans es una prueba decisiva que dará o no el espaldarazo a los mexicanos en los grandes circuitos culinarios internacionales.
Ambos equipos llevan el nombre de México, pero no por ello el respaldo de un país entero. Como en otras competencias deportivas y culturales, son más esfuerzos personales y de amigos para ser parte de proyectos que en otros países son tarea conjunta de la industria, de los gobiernos, de gremios y asociaciones. Solo unos cuantos en México se animan a entrar a estos concursos, a conseguir patrocinios, a organizar comidas, cenas y venta de camisetas para fondear viajes, entrenamientos, materia prima para las pruebas diarias. Algunos acusan de favoritismos, de mafias incluso, pero pocos, casi nadie, se atreve a decir "aquí va mi propuesta de trabajo, yo voy a trabajar y a esforzarme para ser el próximo campeón del Bocuse d'Or o de la CMP".
Ambas competencias son la cúspide del sector. A ellas no llegas a improvisar; todo está perfectamente calibrado. Un triunfo en este circuito es una joya que proyecta no solo a un equipo, sino también a una industria nacional y por ende a un país entero. Lo han entendido naciones que antes no figuraban: Estados Unidos, los países de Europa del Este o los japoneses, que pusieron dinero y trabajo para crear campeones. México está aún lejos de esas plataformas y nuestros equipos se mueven y avanzan en la medida de lo posible con voluntad, con apoyo de algunos empresarios y amigos, con el talento y la disciplina de los que se animan a participar y que los hace crecer y crecerse a cada día.
Muchas selecciones se mueven con una logística impresionante, equiparable a la F1. La labor de los cocineros es exclusivamente ejecutar a la perfección, sin preocuparse si llegaron los aparatos y los insumos necesarios, porque para ello hay todo un staff detrás. Para México todavía no ha sido el caso. Lo más elemental se convierte en una carencia irreparable en competencias de este nivel en el que no basta recurrir a nuestro tradicional "échale ganas, sí se puede".
México llegará a Nueva Orleans con dos equipos que sin duda son ejemplo de carácter y disciplina. En el caso del Bocuse d'Or, con figuras como Marcelo Hisaki, Ruffo Ibarra y Carlos Gaytán. Para la CMP, contamos con un equipo de maestros de la pastelería del sureste del país, con el respaldo de maestros como Xano Saguer y Oswaldo Tapia. México estará a prueba, en más de un sentido.