No hay chile que te acomode decimos por acá. Una frase populachera que retrata una realidad de muchísimas personas, incluida yo, que describe esas sensaciones de que no estamos satisfechos con lo que tenemos, que juzgamos porque sentimos que nos “debieron haber dado más”, que merecemos, aunque no merezcamos más.
El ego mata. Así las sensaciones por acá en la Ciudad de México después de la hecatombe de color rojo y apellido Michelin. Un logro grandísimo de México después de un esfuerzo descomunal, un triunfo. Pero, de nuevo, no hay chile que nos acomode. Y sí, hay que decirlo, causó urticaria.
Me da risa, y con respeto a mis detractores lo digo, ahora resulta que mis acciones subieron al cielo y siempre si hago las cosas bien. Pero ahí andaba yo, atenta, nerviosa, pendiente. Abrazando, felicitando, conteniendo, recibiendo miradas incómodas, zumbándome los oídos, pero feliz, porque me gusta la provocación.
La relatoría de los hechos de ese día martes 14 de mayo de 2024 sería deliciosa, pero no puedo ser tan específica. Pero es que había que haberle visto la cara de susto a muchos. Ya pasó, México triunfó, ya hasta tatuajes de estrellas vi. Ahora que, por favor, se quede.
Quienes creemos en la relevancia de la promoción de un destino y lo fundamental que es el turismo para una importantísima derrama económica lo sabemos: la guía Michelin en México, como 50 Best Restaurants, como los Premios Nobel, como las Olimpiadas, la F1, James Bond filmado en el Centro Histórico, todo, incide de forma no solamente favorable a la construcción de un país atractivo, sino que también en que la gastronomía se detone económicamente. Casi 4 por ciento del producto interno bruto, es que se dice fácil, pero somos muchísimos los mexicanos que haciendo vino, tacos, sirviendo como garroteros, recibiendo coches en el valet parking, cocinando y agradando -o no-, entre miles de labores, somos muchos mexicanos los que vivimos de esto. Y a mucha honra.
¿Cuántos faltaron?, me han preguntado en dos entrevistas. Yo más bien diría que sobraron, pero es injusto el juicio porque todo, todo lo que pasó ese martes es positivo.
Yo soy fan de las estrellas rojas y sí, si este texto llega a las manos de algún inspector secreto de esos que causan pánico (been there done that), me gustaría decirles que hicieron a muchísima gente muy feliz, y muy infeliz. Been there done that, insisto.
"Estoy más preocupado porque no llueve que por la estrella Michelin", leí que dijo Lalo García. Pero sí, públicamente quiero decir, me hizo dudar de muchas cosas que Máximo Bistrot no haya sido galardonado con lo que claramente es, un restaurante que debe presidir esta y otras guías del buen comer. Me ardí.
Pero, como siempre, ya conté de más. Elogio la iniciativa, a los organizadores, al suceso, al monito de lonjitas, elogio a México. Los ánimos están calientes sí, repitan el mantra de que la lista importante es la de las reservaciones y la de los amigos, pero felicidades México, sabes muy rico.