Si para varias generaciones Corea fue sinónimo de un pueblo marcado por la guerra y por conflictos ideológicos y sociales que deprimieron su desarrollo; hoy, en un mundo centennial, Corea, en específico Corea del Sur, es un universo polícromo, seductor, desbordado de iconos, formas, personajes, sabores y aromas que se han incrustado en el actual imaginario mexicano, marcando modas, caprichos y tendencias.
Con una economía apenas un peldaño abajo de la mexicana en el ranking mundial, Corea de Sur abre más negocios en nuestro país que los ya cuantificados por el gobierno en el rubro de tecnología y automotores. El coreográfico y recurrente encantamiento de las princesitas de Twice en los televisores del metro capitalino nos reiteran el éxito que el K-Pop tiene en México, y la firme expectativa de que en 2024 más grupos como Blackpink y otros tantos estén en escenarios mexicanos con el avasallante apapacho de sus seguidores.
El Pequeño Seúl, en la Zona Rosa capitalina, ya es mucho más que una circunstancia histórica en el devenir migratorio nacional. Es un referente, un símbolo y complaciente evasión hacia una estética y una sensualidad que nos hace adentrarnos en esos otros que ya son parte de nosotros, y que nos envuelven en la tentación de esa cocina minimalista, servida con caligrafía y a pinceladas, con colores y formas que escriben la historia y el ingenio alimentario coreanos, con el kimchi como detonador de una gimnasia del paladar y con una oferta además asequible a casi todos los bolsillos, lo que anima aún más a una visita a este sector con restaurantes y tiendas que mantienen su identidad intrínseca.
El streaming y los K-dramas han hecho su parte para que esa Corea ambivalentemente idílica sea parte de nuestra cotidianeidad, y ya no hablamos tan solo del hitazo Crash Landing on You, sino de tantas otras historias que nos meten en las casitas y casotas coreanas para regodearnos con su mosaico alimentario y la ritualidad teatralmente jerárquica de las comidas familiares y de trabajo, incluyendo los protocolos de amor y respeto a la hora de servir y consumir los alimentos.
La fiebre coreana hoy nos permite incluso adquirir alimentos de aquel país en algunas tiendas de conveniencia, sin faltar desde luego el ramen coreano y el Soju, el popular destilado coreano de arroz u otros almidones, en su característico envase de vidrio color verde, según marca la norma coreana, alrededor del cual fluyen, se anudan y se resuelven casi todos los K-dramas, y con el que podemos sentirnos inspirados, esperando brindar alguna vez con figuras como Park-Min-young y el mismisimo Hyun-Bin, icono del boom de Corea en el mundo.