Opinión

Confieso que he comido: Porque todo empieza con una manzana

Desde las épocas bizantinas la conservación de las frutas ya era una necesidad. Y qué mejor manera de conservar, que la fermentación
viernes, 20 de diciembre de 2024 · 01:01

Ya por fin llegó el invierno. En el hemisferio norte hace frío. Algunas frutas como las manzanas hacen su aparición en los tianguis. Ojo, estoy hablando de las manzanas reales: esas que no son llamativas a la vista. Las que se ven chicas y feas.

No las grandes, bellas y falsamente jugosas. Estas manzanitas que a simple vista parecen que están hechas para rellenar piñatas. Como para echarle a perder la fiesta a una horda de niños. Pues esas manzanitas son las mejoras para hacer sidra. Desde las épocas bizantinas la conservación de las frutas ya era una necesidad imperiosa. Y qué mejor manera de conservar, que la fermentación. Así nace la sidra.

Pasar los pueblos europeos en esta época del año donde se cultivan estas frutas de piel gruesa es un placer. La primera etapa es beber el jugo de manzanas recién elaborado. Las consecuencias intestinales no se hacen esperar mucho, ya que la fermentación inicia muy rápido.

Este mosto se embotella, pero las botellas no se tapan, sino explotarían. Esta es la manera tradicional y casera. La sidra recuerda a la Navidad justo por esto: la fiesta de las burbujas, el dulzor apenas marcado incita a beber más y llama a la alegría.

¡Cuidado! Si la sidra es roja, porque se supone que las manzanas lo son, corra hacia el otro lado. Es como la nieve de limón verde: todo un daltonismo gastronómico.

El final del año es época de excesos. Antes de caer en ellos haga una pausa. Saque una copa coqueta, enfríe una botella de sidra, de calidad. Prepare un molito, o algo que tenga un picor jocoso. Dese gusto porque el fin de año se pone rudo. Las calles están saturadas, la gente de particular mal humor, el frenesí del fin de un año solar.

Si brindan con cualquier otra bebida, elegante o modesta da igual. Ese espacio en el tiempo que otorga una buena copa de sidra no se parece en nada a todo lo demás.

Es un portal a la alegría que en momentos recuerda casi una niñez temprana donde el abrir regalos es lo más excitante que sucede durante el año.

Seamos otra vez niños, brindemos, abramos este portal, y vamos a desrelativizar el tiempo por unos minutos, que Einstein ni lo va a notar. Felices fiestas.

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