Opinión

Nube Viajera: #AlEstiloJalisco

Conocí a muchos jalisquillos entusiastas de la gastronomía y su cadena de valor, ya entendí las zonas vinícolas del estado, me acerqué a los productores de raicilla
viernes, 13 de diciembre de 2024 · 00:36

No sólo me siento cercana porque Alcalde es uno de los restaurantes que más me emociona en el mundo -cocina potente, sensible, profunda la de Paco-, sino también porque mi tercer apellido es Prieto, familia tapatía, parientes en Guadalajara, guapos todos y, sobretodo, muy representativos de esa tierra de gente taimada y bonita, que es una rara combinación. Pero me falta, me falta comerme Jalisco. 

Quiero caminar con Maru Toledo habiendo estudiado los tres libros que generosa me compartió, el de Sayula dedicado con cariño me emociona leerlo, y también conocer las historias del pan tachihual, un pan ancestral que se prepara en la ribera del lago de Chapala a donde, también, tengo que ir. 

Por mar he recorrido las costas de Jalisco, navegando, nadando entre aguamalas también y en largos recorridos en coche cuando era niña. La Costalegre ya conoce mi nombre y apellido y ahora sabe que honrosamente me toca promoverla, los ostiones en Tehuamixtle, un pescado zarandeado sentada sobre la arena hablando de cosas de las que nos gusta hablar Wero, me tienes que llevar a esa Barra de Navidad de tu niñez. Qué rico. 

Ir a Xocol, a Erizo, a La Panga del Impostor, entender el éxito de la pastelería Marisa -como yo, y como sucede con Tere Cazola en Yucatán, habíamos muchos llevando galletas a casa en el aeropuerto-; volver a Tequila, a Cascahuín porque me gusta el proyecto, a Hornitos porque era lo que bebía mi abuela, tapatía, pero volver para conocer a todos, porque me gusta el tequila y porque esa tierra prodigiosa riega al mundo entero de curiosidad y de alegría. Y lo que viene.

Tengo que hacerme la experta en birria, en las Hermanas Coraje, comer muchas tortas ahogadas en cada uno de los nuevos sitios que apunté sugeridos por una bola de tragones como yo, borrego al pastor sobre leña de encino en Tapalpa y, quiero, quiero mucho, ir a ver qué onda con los maíces criollos de la zona huichola, ojalá con mi papá, ojalá con Rafa Mier de la Fundación Tortilla. Quien quita y otro proyecto de impulso es hacer la mejor tortillería del país. 

El jueves conocí a muchos jalisquillos entusiastas de la gastronomía y su cadena de valor, ya entendí las zonas vinícolas del estado, me acerqué a los productores de raicilla, aprendí que los que venden carne en su jugo se llaman carnejugueros (me encanta el término), y tengo un pendiente que me carcome de curiosidad, el panela y el requesón de Cuarto de Luna. 

Pero vamos a avanzar y potenciar. A la cocina de Jalisco no hay que hacerle nada más que hablar de ella, y la dirección de una mujer locomotora como la Secretaria Turismo, sólo es una gran noticia, herramienta y aliento. Felicidades Mich, ya me subí al tren. 

Pero ya se a lo que sabe Jalisco y con humildad me sé también fuereña y que probablemente no se nada de ahí. Y aprendo bien rápido y me muero de ganas porque la cachucha de promover mi país y adorar a México es la que mejor me queda. Sí vendo vino y mucho, sí cocino, sí soy mamá y mucho, sí soy crítica de cocina, sí tengo ADN tapatío, sí soy fan de José Noé Suro y de todo lo que hace, pero también soy necia promotora de a lo que sabe mi país, que sabe delicioso. Y Jalisco, no se raja.