opinión
Confieso que he comido: Este año ya se gastó
La diversidad de lo que comemos en fin de año es un gozo para los que nos dedicamos a las armonizacionesAhora si ya entramos de lleno en la época del año donde el carbohidrato es rey. No es "Rompompompóm" sino es "rompopopan". Desde el Día de Muertos, hasta el de Reyes, nos la hemos ingeniado para que el gluten sea nuestro pastor. Los celiacos logran convivir con los gluten adictos. Entramos en un periodo de paz entre las etnias dietéticas. Nos hacemos de la vista gorda. Las diferentes versiones de un mismo platillo compiten mientras que conviven cordialmente.
La diversidad de lo que comemos en fin de año es un gozo para los que nos dedicamos a las armonizaciones. No sólo se trata de encontrar la bebida perfecta para el platillo, sino para la ocasión y para la persona. Vas a cenar con el lado de la familia que te cae bien, obviamente la bebida no será la misma que con la que te cae mal. No porque seas mala persona, sino porque es normal. Con la tía que pica o el primo pesado, te garantizo que vas a necesitar mayor graduación alcohólica de la que pueda aguantar un pavo o un lechón flameado.
Entre noviembre y enero la misión del vendedor de vinos es entender qué necesitas, para qué y por qué: vas a regalar para quedar bien, para demostrar afecto del bueno, por inercia, o porque así te salió en la rifa de intercambio de la oficina.
En la jungla de los regalos las bebidas alcohólicas tienen un espacio especial. Si estás dentro de una canasta, ya llevas todas las de perder. Te van a poner con latas que probablemente sobrevivan hasta que algún despistado las abra en 10 años. Si estás fuera de la canasta, aquí la cosa es más interesante, hay más cariño pues.
Recuerdo cuando era pequeña esos arcones que llegaban a casa de mis padres. Algunas tenían cascadas de frutas, otros abarrotes, otros destilados, era muy exótico ver llegar tanta diversidad.
Si de lo que hablamos es de respeto a la diversidad, este año procuremos regalar algo diferente. No le des al tío lo que le gusta, sino algo que quizás le pueda gustar, pero que sin duda te guste a ti para que compartas esa botella con él así como el espacio que crea ese vino. A tu mamá llévala a un restaurante que ella no conozca para que vea otra versión del bacalao que hace año tras año. Este año vamos a regalarnos un gesto distinto para que las pláticas en la mesa cambien. El amor siempre será el mismo, sólo acomodémoslo de otra manera, te garantizo que te sorprenderá el resultado.