Opinión
Nube viajera: Comerse América Latina
Mi memoria todo lo registra, llevo decenas de años en estas andanzas de coadyuvar a que un destino gastronómico crezcaMi memoria todo lo registra, guarda los aromas, las imágenes, todos los sabores, las sonrisas, los vinos que me tomé, lo calientito de esos abrazos, los buenos y los malos comentarios, todo, todo lo registra. Tienes que ir a Jonuco, Valentina, me anoto pendientes en mi libretita, volver con Ludo a su Grand Cru, ir a Propio y antes de que acabe el año caerle a La Cocinoteca. Cuánto me falta por conocer, pero tengo tiempo, cajones en la memoria y ganas, qué suertuda soy.
Y llega esa época del año en donde comienza la fascinación, el nervio y el hate para eso de las listas. ¿Con cuál lista-ranking-guía-premiación te sientes más identificada? Me preguntó una estupenda periodista del New York Times, The World´s 50 Best Restaurants es mi casa, respondí, pero honestamente este mundito anda perdiendo el rumbo, también me atreví a decir. Uno, soy comensal rara, lo sé, pero de verdad, el mundo cambia y hay universos que no lo han visto. Importantísimo saber que el cuento bien contado, del boca en boca es quizá la guía más poderosa, menos cobertura y más "me dijo mi comadre que está buenísimo y que los ostiones los saca el buzo en Pantla", así, sin mignonette, sólo limón y salsa Búfalo.
Mi memoria todo lo registra, llevo decenas de años en estas andanzas de coadyuvar a que un destino gastronómico crezca, me gusta mi país y lo que ofrece, me llena de emoción trabajar para sus cocinas, es a lo que me dedico, y estos días de completa entrega a mi paz he abierto los cajones de los recuerdos revisitando bocados gloriosos, amigos del alma, amigos de interés, risas, vinos, mesas infinitas, paseos por América Latina, aprendizajes.
Esa ostra que creo que me cambió la vida en Oteque, nunca había sentido en la boca una cocción así, Alberto es un cocinerazo y me cae bien por mamón. Aquel taco perfecto de huitlacoche y trufa rallada en la barra de Pujol, esa tostada con molito y plátano macho que Thalía me sirvió en su joyita oaxaqueña de apenas ocho lugares con esa sonrisa, ese orgullo de ser quien es, ese poder de mujer mexicana. ¿Qué más sabores hay en los cajones de mi memoria de esta región prodigiosa que se llama América Latina y se apellida poderosa? Un fideo marino y verde de Benito Molina, un plato de lenguas de erizo, consomé de jitomate y unos jitomatitos super chiquitos que hace mil años me ofreció Diego Hernández Baquedano, otro grande, grande.
La potencia de todo lo chombásico de Mario Castrellón en Panamá, el amor a la buena comida que comparto con Harry y mi emoción de siempre volver a su restaurante bogotano por arepas de huevo y abrazos ricos. La mirada de mujer casi ángel de Pía Salazar y su elegante cocina ecuatoriana siempre presente en mi memoria, un caldito de gallina de Jaime de Celele que fue un antes y un después, tres cangrejos, el popeye de Rodri en su limeño Rafael, los que sirve Lalo en Máximo Bistrot con muchísima mantequilla y los que nos comimos en la playa de Progreso llenos de arena y emoción con Roberto Solís cuya cocina me pone la piel chinita. Mucha suerte en las premiaciones señoras y señores, no pierdan foco, den gracias y regrésense a hacer lo que mejor saben hacer: cocinar y llenar nuestras memorias de felicidad. Fuerza América Latina, es sin duda en donde mejor se come en el planeta.