opinión
Nube viajera: Yo envidio
Envidiarnos los unos a los otros nos hace un poco y simbólicamente rivales y, tómenlo bien y guardemos proporciones, cuando es sano es divertidoLa mejor palabra para describir eso de sentir envidia es una especie de sensación de desdicha por no tener lo que el otro tiene y ojo, en el purgatorio de Dante se castigaba ese pecado capital cosiendo los ojos del envidioso por sentir placer viendo lo que vieron. Aguas.
Yo envidio a los que van muy seguido al patio del restaurante Alfonsina en el poblado de San Juan Bautista de la Raya, Oaxaca, por ejemplo; envidio a los poseedores de camas de las que venden los hoteles cinco estrellas -sí, con todo y almohadas-, y envidio a mi papá que está solo por semanas recorriendo museos, restaurantes y cosas de interés variopinto en Manhattan.
Muchas cosas son las que son susceptibles de generarnos envidia: bienes, vinos, bolsas clásicas, las cualidades, ser hábil para crecer huertos, para guardar secretos y más, mucho más.
Envidiarnos los unos a los otros nos hace un poco y simbólicamente rivales y, tómenlo bien y guardemos proporciones, pero cuando es sano es divertido.
Es decir ¿qué sentirá el cocinero de un restaurante vacío situado al costado de un restaurante a reventar?
¿Está bien reconocer emociones que nos afectan cuando el vino del creído del terreno de al lado sabe mejor o está mejor hecho que el propio -o al revés-? Me hace pensar mucho.
Envidio a las mujeres que no han invertido decenas de quincenas en depilación y a los que han escrito ya un libro en el 2024 -fui autora a los once y me enorgullece pero quiero más y quiero ya-. ¿Envidio a los que fueron a la F1?: absolutamente nada ahí me carcome, ¿a los flacos, flacos a los que los tacos no les tapan ni una muela?: menos inclusive, de hecho, pienso que no son tan felices.
¿Y si la persona envidiada es uno? Újule, sé que sufren porque se les nota, que si uno tiene más desarrollados ciertos skills, que si ha rendido frutos el esfuerzo, que si la sonrisa ilumina bonito, que si ir a Cahors ayuda a saber más sobre foie gras.
Entiendo, y si lo toman desde una buena perspectiva, envidiar puede estimularlos, quién quita. Yo también envidio, otras cosas, pero envidio.
Comienza a hacer frío en mi ciudad, envidiemos todos a los que están calientitos siempre y con generosidad demos más que nunca. Así como cientos de mujeres privadas de la libertad –con las que compartiremos en unos días platos, sueños y sonrisas– envidian ser libres y no sentir dolor o miedo, con nuestro tiempo tiempo, nuestro abrazo, con un tamal lleno de empatía de manos de Enrique Olvera o apoyando a la Videoacademia Penitenciaria, ayudemos construyendo sueños futuros. Vaya labor que está llevando a cabo el gobierno del Estado de México. Que sientan envidia de todos nosotros los que aún no se han subido a ese tren, los estamos esperando.