Opinión

Nube viajera: Días de enero

Gracias a la vida por el regalo de ver amaneceres con mi jefe. Es un sensei múltiple, gracias a todos los que sumaron los primeros días de 2024
viernes, 5 de enero de 2024 · 00:40

Pasé a comprar buena mantequilla, una jalea de guayaba y mucho pan ahí a Italdo, donde un día me llevó uno de pantaloncitos apretaditos, cuando no éramos ni la mitad de cariñosos de lo que somos hoy. Y me tomé un capuccino. Venía de dos días en un cuarto donde podíamos patinar y desde donde se veía mucha agua, un paraíso purificador Xcaret Arte, Jon y Akis ahora me toca a mí consentirlos. Por Chino Poblano y por la experiencia de hotel, chapeaux

Como quien se emociona con novio nuevo, quería pasar todos los minutos posibles con él. Brindamos apenas llegamos con muy buen vino blanco que compró en Costco —muy— y maridamos con tacos dorados con crema, doble crema y salsa verde. 

Se habló de Punta Allen y de Don Ángel Ortiz Monasterio navegando la Zaragoza frente a las costas de Sian Ka’an; se habló de ecosistemas costeros, de fotones que viajan desde el sol a las celdas y se manifiestan en Netflix; se habló incluso de una palapa de la que somos propietarios en Nueva Venecia, ahí cerquita de la ciudad de los Tairona —de quienes se dice por cierto se arrejuntaron con estos mayas de la actual Quintana Roo—. Los cielos todo el tiempo fueron prodigiosos, el viento no dejó de soplar y mi papá no dejó de agradar, de agradarme, de agradarnos, y nosotros a él. Ese fue el verbo a conjugar.

Contamos historias de pícnics con el hoy rey de Inglaterra, de anillos perdidos en el mar y en Masaryk; hablamos de la relevancia de agradecer y de la educación de ser compartido, generoso. Se conversó también de aquella frase redonda y completa: earn your dinner. 

A la casa que me ofreció amaneceres llenos de viento y de luz de a poquitos la escoltan altísimos molinos de viento que hizo él, así como la duna, la plataforma sobre la que descansa la construcción. Es que se siente. Porque mi papá hace cosas mágicas. 

Él conoce la zona bien y yo no, y, como nos llevó a buscar las ruinas mayas sumergidas construidas para las manatíes, lo llevé yo a Arca. Dando y dando pá, y si es con José Luis que también hace magia de formas distintas, la divina lucha por agradar se pone más ruda. Qué rica es tu cocina corazón, gracias. 

Caminamos por la playa, en panga llegamos desde la laguna al mar, celebramos la dulzura de Leonor y, de nuevo, la importancia de ser tribu y de dar. De agradecer.

Leí que el futuro necesariamente tiene pasado, y pues sí, uno no solamente desaparece, pero sí evoluciona. El mar es sanadorsísimo, gracias a la vida por el regalo de ver amaneceres con mi jefe. Es un sensei múltiple, gracias a todos los que sumaron los primeros días de 2024 y, como decía mi abuelo, avanti cabroni, non culieri.