Opinión

Nube Viajera: Qué lindo

Fue Maido el primer restaurante, al que volví a ir ...
viernes, 12 de enero de 2024 · 00:22

A Pía, gracias a quien vuelvo, y con quien es ya muy fuerte el lazo

 

La primera vez que estuve en Lima iba a una fiesta -de esas de las listas, y de hecho bastante mala-, y fue Maido el primer restaurante local que visité. Eso hace muchos años ya, pero lo platico porque vuelvo, más conocedora de lo que ahí pasa, es cierto, más encariñada con esa ciudad de atardeceres con arreboles, y vuelvo contenta.

De Lima me ha llamado siempre la atención que la gente, si puede, no vive frente al mar. La humedad es terrible dicen, pero, cómo negarse a ese mar. Nunca lo entendí.

Mi date de la noche en aquel restaurante de esquina, un apuesto inglés, no entendía muy bien la relación entre Japón y Perú, ojo, no es tan evidente ni la sabe el mundo entero, y no me acuerdo si le gustó la cena. Corría el año de 2013 y yo, probé crudos inolvidables.

Volví unos cinco años después. Esa vez a un Lima no de turistas sino de locales y a una casa con un solecito lindísimo en La Molina. Siempre me recibieron muy lindo ahí. Y porque así es el destino, fue Maido el primer restaurante al que volví a ir. Esta vez con dos hombres, ambos peruanos, tremendamente orgullosos de su país y quienes peleaban por relatarme lo que comía, sus geografías, los orígenes, las anécdotas, todo del Perú, porque hay mucho en el Perú. Esa segunda ocasión en el restaurante de Micha Tsumura, además de una mesa esquinadita con hombres adoradores de esa ciudad, recuerdo la imagen y los sabores del mejor plato de crudos que quizá había comido, -muy especialmente los corales -que son más bien de allá abajo y ciertamente ajenos a mi país-, y unos churros de postre, -estos me los preparan a mi especialmente, me dijo uno de ellos-.

A Maido volví con mexicanos, con pocos, con muchos, con turistas, incluso en tiempos de toque de queda y de prohibición pandémica. Esos días vi por primera vez la maestría del chef deslizando un cuchillo entre ese hoy icónico pedazo de atún que sumerge en ponzu y, ya entrada la noche, nos compartió pollito y arroz chifa.

De Micha he escuchado historias aterradoras de tiempos tristes de ese país, cuentos bien contados de su tierra frente a muchos estudiantes y de la relevancia de Gastón en promoverla -honor a quien honor merece-. De Micha he aprendido su cultura gastronómica, de cariños genuinos y creo en él y en su cocina como creo también, y es una aseveración provocadora, que Maido, Micha y su el equipo y lo que estan comunicando, y vuelven a poner a Perú, y a Latinoamérica, en el foco mundial. Ojalá provoque porque, también, honor a quien honor merece.

Vuelvo en dos días a Lima. Hace mucho que no voy y hace tiempo que no visito Maido. Me pica la curiosidad de ver, sentir y probar su nuevo abrigo, su nuevo vestido y todo lo que hay debajo de ello. Quiero ese nuevo menú, la propuesta de vinos de ella que hoy es la mejor sommelier de la región. Qué lindo compartir con Fer, Campos y Max ese Maido evolucionadísimo. Qué lindo estar con Micha a quien sin duda se le debe la hermandad México-Perú en este juego que a veces jugamos (y nos divierte), qué lindos recuerdos de esa ciudad de atardeceres con arreboles, caos vial y cebiches, qué lindo volver a Maido.