Opinión
Nube Viajera: Lo único y lo irrepetible
Me he dado cuenta que me gusta estar sola, me dijo. Qué ejercicio importante y maduro es ese, qué bien que le hemos enseñado bien. Qué importante en la vida tener aprecio por el disfrute en solitario, en unidad, sí, es lindo el plural, pero precioso y enormemente nutritivo el singularMe he dado cuenta que me gusta estar sola, me dijo. Qué ejercicio importante y maduro es ese, qué bien que le hemos enseñado bien. Qué importante en la vida tener aprecio por el disfrute en solitario, en unidad, sí, es lindo el plural, pero precioso y enormemente nutritivo el singular.
Y así, también en singular, caminé al amanecer por la orilla del mar repasando mis cosas, viendo piedras y escuchando cómo pegan unas con otras con las pequeñas olitas de ese Pacífico infinito. Vi un par de casitas de esas que se me quedan en la memoria para cuando en unos años solo me dedique a hacer pasta fresca, pensé en lo purificador es gozar una caminata en esta costa de azul profundo y de pescados gloriosos y, además, me encontré a Keiko nadando. Un amanecer completito. Uno singular.
Me la imagino caminando entre los puestos de los mercados de las pulgas franceses disfrutando de la singularidad de los cubiertos de mango de hueso y de la singularidad de uno, y me emociona que lo goce. Hijo de tigre pintito. Tenía que ser mía.
Que es raro o extravagante, esa también, es una definición de lo que es singular. Ya decía yo, así somos y nos jactamos de serlo. Singular también, el vino premium de la Lomita, que ese día de uvas y proyectos me invitaron a probar, su vino itinerante que pretende reflejar de la manera más franca, la o los varietales que mejor se expresaron en el año. Y sí, hace años que los pruebo y cada añada tiene su ondita, como Fer, y es irrepetible, como Fer.
Los puntos donde la curvatura del espacio-tiempo se hace infinita, esa también en una singularidad, como lo es ser aficionado a los cubiertos viejos, a coleccionar piedras y ponerles nombre, a pintar como ella en las fuentes de París, y ese vino de esa noche, ese Singular. ¡Salud por ello!