Opinión
Nube Viajera: Anónimos
Este texto lo escribe una mujer que se arrepiente de algunas cosas, que está lejos de ser perfecta y que sí, es una crítica tenazEn serio, debes quitarle platos a tu menú degustación. La selección de vinos es muy precaria. Un libro de un restaurante debe transmitir eso, la esencia del mismo y no solo los sueños -y egos- de un cocinero. Los vestidos tan cortos no son elegantes.
Mi deseo de comenzar a enviar notitas, guardadas en sobre que se deslice bajo una puerta, no es nuevo. El objetivo es constructivo, siempre crecimiento, avance, el desarrollo de una persona que, considero, necesita le digan alguito para mejorar, para evolucionar, o para pensar y debatir. Y la disyuntiva de mi proyecto siempre fue, ¿lo firmo?, no Valentina, ya dices demasiadas cosas y, creo, que cuando el propósito es bueno y lo que se desea es el bien, un anónimo es una cosa inimaginablemente útil.
Hace poco le hice un comentario a un cocinero y no le gustó. Está muy alto en vainilla, expresé. No, así es, respondió. El plato había perdido sentido y el producto se perdía en la melcocha avainillada, pero no quiso escuchar. ¿Quizá un anónimo en la puerta de su restaurante que explique y cuente lo mismo? ¿Lo entendería? Mi estrategia podría resultar útil para los copiones también. No se pongan en evidencia, hay que respetar las autorías y asumir, cuando es el caso, que uno es o no creativo, pero, copiar cocinas de alturas, repetir el moldecito del panal de abejas en todo postre, el merengue quebradito, por favor ya no. Entonces, pues un empujoncito, breve, anónimo en un post-it en la puerta: no se ve bien, no te hace crecer, no copies.
Y pienso en muchísimas cosas que quisiera decirle a tanta gente. Servir caviar no te hace buen cocinero. Bájale a la salicornia. No debe importarte el status marital de nadie, esas son cosas privadas. Cofradía de cocineros, entiendan, los menús muy largos no nos gustan. Nena, todo, todo lo que estás haciendo y diciendo es una absoluta ridiculez. Lo tonto se pega, no te juntes con tontos. La mantequilla no se sirve en duya. Concéntrate más en que sepa bien y menos en que suene bien, el storytelling en mesa está a punto de fenecer. La elegancia está en no haberse notar. No está bien que ofrezcas un servicio de entrar a las listas, eso no existe. La fruta en ensaladas es complicada, no mala, solo complicada. Se dice por favor y se dice gracias. Y así, cientos.
Este texto lo escribe una mujer que se ha equivocado muchísimas veces, que se arrepiente de algunas cosas, que está lejos de ser perfecta y que sí, es cierto, es una crítica tenaz.
Hace unos días me senté en una terracita madrileña con un cocinero al que quiero y con una de mis hijas a hablar bien y mal de cosas, bien y mal de comida, cuando hablamos somos honestos y ambos lo sabemos. Paloma desparpajada como es, le dijo que ella haría muchísimo mejor este trabajo raro que tiene su madre de andar comiendo porque a mi se me nota todo. Pensé en otro anónimo: si puse cara, es porque no me gustó, y eso, no está mal, en gustos se rompen géneros, o mejor dicho, acordemos no estar de acuerdo.