Opinión
La leña al fuego: Es tiempo de competir en grande
Con toda su grandeza, la cocina mexicana aún tiene pendiente la presencia de sus profesionales en los podios de los grandes certámenes internacionalesLos cocineros mexicanos son tenaces, creativos, entusiastas y alegres en el trabajo. Sobre todo, esta alegría y su capacidad de adaptarse y resolver adversidades es lo que lo hace únicos en el gremio a nivel mundial. Sin embargo, algunas de las cosas de las que todavía adolecemos en esta profesión, como en tantas otras, son nuestro nivel y nuestra capacidad para avanzar y triunfar en las competencias internacionales. Aún tenemos pendiente figurar en los podios de los eventos icono, reiterando el papel protagónico en el mundo de la cocina mexicana, y de quienes la mantienen vigente.
Los concursos, en cualquier rubro, siempre son positivos, en la medida de que son un excelente indicador de a dónde vamos, de qué estamos y para qué estamos hechos. Hace unas semanas, en el marco de Expo Gastronómica se realizaron tres certámenes de proyección internacional que ponen de relieve la condición nacional, los avances y los muchísimos retos que tenemos.
El Trophée Passion, así como las Copas Profesionales de Pastelería y Culinaria expresaron cosas buenas. Una de ellas es que hay nuevas generaciones dispuestas a competir, apuntando a los foros internacionales. La otra, es que áreas que hasta hace poco parecían menospreciadas, como la repostería, cobran vitalidad, y cada vez hay más jóvenes dispuestos a entrarle de lleno a esta disciplina.
Por supuesto, las buenas intenciones no son suficientes, y no obstante la capacidad y la enjundia de muchos, así como la claridad y la experiencia de los entrenadores, aún hace falta bastante para tener equipos de alto rendimiento, capaces de enfrentar a los grandes equipos europeos y asiáticos que son auténticas potencias en foros como el Bocuse d'Or y la Coupe du Monde de Patisserie, la cúspide, en muchos sentidos, del sector food service.
Hemos avanzado, y la realidad dista mucho de ser a la que veíamos hace algunos años. Pero como en el deporte, hace falta toda la comunidad voltee la vista a las necesidades que tenemos para formar no a un equipo, sino a decenas de equipos ganadores. Países como Japón e Indonesia, o estados del este europeo, como Hungría, han resquebrajado la hegemonía francesa, por ejemplo, a través de proyectos nacionales y fortalecerse como entidades competitivas en el exigente circuito de los concursos mundiales.
Los certámenes a la manera de un Bocuse d'Or no son un show. Exigen talento, formación, disciplina, resistencia y fortaleza mental y física. Solo ganan los mejor preparados: no es cuestión de suerte, ni de echarles porras. Y ahí es justo donde universidades, profesionales, medios de comunicación, entidades públicas y privadas debemos sumar para que no ser el último de la lista o quedar a media tabla, sea a lo más que podemos aspirar.