Opinión

Nube Viajera: Gente con “sharm”

Por qué ayudas tanto a los argentinos me cuestionaron hace unos días. Ellos más que nadie saben la respuesta...
viernes, 2 de junio de 2023 · 00:30

El Banderas me llevó. Punto y seguido. Era evidente que así tenía que comenzar su novela, hombre de sonrisa generosa, abrazo apretado y lleno de historias lo mismo en Puebla que en Palermo. Nos dedicas tu libro por favor, le dije mientras tomábamos el trago número 24 de la noche; “sha está”, contestó.

Por qué les ayudas tanto a los argentinos me cuestionaron hace unos días. Me quedé pensando. Ellos más que nadie saben la respuesta, me gusta la inteligencia, valoro lo solidario y me gusta comer lo que me dan y su cocina sin poesía. Ah, y sus vinos blancos carajo, que son un mundo a descubrir y en ocasiones me transportan a viejo mundo pero nuevo, pero raro, pero Argentina. No solo tienen “sharm”, hay profundidad y cultura en cada uno de los patagónicos, de los Gualtallary que probé, hay geología y temperatura.

Hablamos de todo. De cocinas con muchas emulsiones que no les entendemos, de aceites de oliva, de ovodonación, de ouef cocotte y de calamarcitos cocinados a la perfección sobre un arroz de Entre Ríos del gran Gaby. Nos reímos mucho y, aunque con tós, abracé ponchos elegantísimos y busqué cucharones de cuerno para servir quizá un curry, quizá un confit.

Fueron días de un aprendizaje diferente de cultura argentina y porteña. Aprender cómo toman y comen las empanadas, entender su cavernícola pasión por la proteína, disertar sobre su percepción del psicoanálisis y prometernos volver a una alineación de chacras, pero de las de Pinot Noir.

Quiero guayabas de la tía de Corrientes, quiero servir tragos en mesa con sifón  y quiero más canónigos.

Se cerraron pactos tácitos diría yo en mis días en Buenos Aires. El de la paz interior, el de volver pronto a conocer Mengano y Trescha, el que significó ese vaso de agua de la mano de Julio, porque esas cosas importan, y bueno, el que ya casi solo con los ojos nos decimos el cocinero de campo, el restaurantero de esa esquina y yo. Que es mucho.

Vuelvo socia de un bar -al menos en espíritu- de nombre por definirse pero de ondita sencilla, cocina franca y buenos hielos. Felicidades por ello Max y Javier. Felicidades por tus 65 años Nicos. Felicidades Don Julio y El Prefe, ustedes saben, como nosotros, hacer buenos amigos.

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