Opinión

Nube Viajera: Érase que se era

Volvamos a las eras. Visitar Nueva York para mí resulta impensable sin caminar las que llamo “mis piedras”
viernes, 28 de abril de 2023 · 01:31

A barco nuevo capitán viejo leí, mientras veía al más grande de mi tribu -pidiendo un whisky y comiendo hojas de parra más por hambre que por placer-, dirigir, orquestar, y, a su modo, trazar nuestras vidas incidiendo de manera importantísima en ellas. Al fondo se escuchaba a Tania cantar canciones de esas tan mías en aquella terraza tan mía y yo pensaba: es una nueva era.

¿Pero qué es eso? Un período en la historia de algo o de alguien que se caracteriza por un nuevo orden de cosas y que suele tener comienzo con un suceso notable. ¿El tiburón?, ¿la luna esa de abril?, ¿la ilusión de un atardecer con Leroy la semana que entra?; no tengo ni la menor idea, pero acá lo que han sobrado son sucesos notables.

Las jacarandas florecieron de una noche a otra, los ajíes que nomás no se habían dado les queda poco tiempo antes de cosecha y posterior untada a un bowl para preparar cebiche (como me enseñaron). Además, no he dejado de pensar en que quiero bailar mucho más, eternamente agradecida por ello Harry, no imaginas lo que me regalaste hace poquito.

Volvamos a las eras. Visitar Nueva York para mí resulta impensable sin caminar las que llamo “mis piedras”. Aquellas gigantescas rebanadas de piedra que mi padre me contó desde niña fueron resultado de un acomodo de la era glaciar durante el pleistoceno, viven en Central Park y guardan energías mágicas. ¿Otras piedras y otras eras?, las gigantescas y redondas que recorren el norte de Baja California con algo de vino y algo de cocina alrededor. Cuánta piedra, cuánta vieja y cuánta nueva era.

Sin poner nombres y apellidos, han sido días de estar pegadita a los amigos de hace decenas y decenas de años. Que si ya comiste, que si te llevo un poquito de mole, que si meditamos juntos antes de dormir y te acompaño en los sueños. No he dejado de pensar en que debemos vivir más despacito, y, sobretodo, no soltar. No te voy a soltar ni voy a permitir que te de susto el presente hermano. Y a ti, tampoco te voy a soltar. Ni modo.

El miércoles estuvieron en casa decenas de muchachones comiendo dos tipos de mole y festejando a mi Palomita y, por ahí a las cinco de la tarde, me acordé con Lu que no había ron blanco. Siento que esta no es la era del ron mami, me dijo; ¿será?. Ese cambio de era en mi casa no lo vamos a dejar suceder, acá, hasta a los que no sabían que hace bien al alma, acostumbramos a tomar cubitas.

Cambios de pieles profundos y alegres, posibilidades de conocer islas en el Pacífico, risas de los que se creen malos y solo son torpes, mucho sentir compasión -qué importante-, y no dejar de decir te quiero, todo ello ha sido natural y recurrente en estos días. Sí a lo que nutre, y doble, por favor.

La vida está llena de cambios, y qué delicioso el mío. Hoy me pido un Martini, seguramente una ensalada lionesa o quizá una bisque y brindo recordando pura sabiduría, buey viejo no pisa mata, y, si la pisa, no la maltrata. Que venga todo, y doble.

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