Opinión

Nube Viajera: Tacos de una a ocho

Comer tacos es de gente elegante, saberlos comer también, y elegir con quién, es, además, nutritivo
viernes, 31 de marzo de 2023 · 00:00

Pensé que era jueves y quería mostrarle como él me ha mostrado a mí, mi ciudad, las jacarandas, lo lindo que es caminarla, y claro, un taco de lengua. Pero era miércoles, recurrimos entonces al bistec encebollado, al suadero, cebollas con orégano y agua de Jamaica ahí en Don Juan.

Me gusta caminar, pensar, conversar con gente con la que tengo afinidades, intereses, historias que nos hacen reír. Mario es un conversador que disfruto, al que también le gusta caminar, y quien -salvo en el vino quizá-, medio come como yo.

Los parques se pintan de morado y hacen de las travesías citadinas de estos meses unas muy particulares. Comer bien, estar bien acompañada, querer mucho y crecer, pensaba mientras llegábamos a las Cibeles para, en la calle de Durango, tomarnos el primer tequila. Con una cerveza fría se contaron historias de Zihuatanejo, de mi infancia, de la elegancia populachera y de panga de comer tiritas de pescado y, otro taco, esmedregal al pastor, no en su punto, pero con salsa verde cruda y mucha piña sí mereció mordidita.

¿Una talla señorita?, preguntó Don Jorge, mejor la cuenta porque hoy es miércoles de seguir, de mostrar, de agradecer la generosidad y de comer más tacos. ¿De carnitas pensaba?, no son de tarde, ¿de cabeza?, mejor caminemos, la tarde estaba soleada y mi ciudad amable.

Pensé en los tacos de arroz y huevo duro con aguacate por el Nevado de Toluca, repasé los de bistec y longaniza afuera de los cines Copacabana y sonreí pensando en los tacos Pare y Coma de Taxqueña, muy enamorada a los 16 años. Comer tacos es de gente elegante, saberlos comer también, y elegir con quién, es, además, nutritivo.

Varios km a buen paso me fueron enormemente útiles. A veces es sólo un empujoncito el que se requiere para ver caminos más lindos, para sentirse cómoda en el corazón por lo que uno hace, dice, piensa, siente. Qué valiosa es la libertad. Me estoy saboreando navegar con mi amiga, ver los atardeceres sinaloenses, comer callo con pimienta, sal, limón y tomar vino blanco con poca madera, pero lleno de historias de vida. Cuento las horas para ver a mis niñas comer conchas de maíz de Luis Arellano, disfrutar sin permitir que ni una nube me detenga y claro, correr por la costa y agradecer porque, estoy orgullosa y vienen buenísimos capítulos.

Cruzamos el parque Lincoln y la calle de Tenysson como imán me dijo, Valentina, no puedes no llevar a los panameños a un taco en Pujol. Más tequila, sangrita y un taco de atún con una hoja de shiso que me hizo levitar. Pinche Chuy está muy bueno ese taco. Gracias Mr. Chombasia, ya te veo pronto, voy a comer más tacos ahora a Topolobampo, seguir pensando, y ser, muy feliz, porque nos lo merecemos.

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