Nunca fui de usar anillo que significase compromiso, matrimonio o boda. No solamente no uso joyas, sino me pareció siempre una especie de derecho de apartado medio raro, un mensaje que no se necesita. No estamos en los toros, estamos en la vida y digamos, cuando uno es de algo o de alguien, pues es para sentir o no rico uno, y tan tan.
Soy más específica. Aprecio las cosas o las ideas que no necesariamente tienen dueño. Aclaro, la creatividad y el talento pueden o deben tener autoría y hay que respetarla cuando al creador le hace sentir bien ello, cuando es necesario abuchear a los copiones, sí; pero, como las recetas, lo más rico de ellas es compartirlas con quien le importe tenerlas.
¿De quién es la receta de una mezcla de chiles, frutas, semillas, especias, chocolates y tomates diversos pasados por un molino?, ¿de México?, ¿de una cocinera cuyo restaurante brilló años en Miguel Ángel de Quevedo en Coyoacán?, ¿de Doña María? El mole no tiene dueño, el mole tampoco quiso usar anillo de compromiso, el mole no cree en la propiedad privada.
Hace unas tardes analicé que habían pasado muchísimos años para tener en mis manos una receta de pastel de coco con la que los míos han vivido y que tiene significado relevante. Todos supimos lo que quería decir, y Paloma, sensible como es, quiso reproducirla para darse cuenta de que, seguía sin transmitirse correctamente. Quizá nunca existió, pensé, pero en lo profundo, también le daba vueltas, ¿tiene autoría ese pastel?, ¿debo hacer el propio y honrar la adaptación?, ¿sabe rico?
Me gusta compartir los intangibles, afectos, aprecios, visiones, como comparto yo mi necesidad de ver y sentir el mar, que es mía y a través mío de muchos; pero en realidad ni el pastel, ni querer ver el mar, ni la mezcla de decenas de ingredientes en una pasta negra para mole son de nadie. Que delicia los cuadros sin firma, qué rico debe sentir Elena sabiendo que la receta de gnocchi de su libro —elegante porque poco habla de ella—, si sirve y sí es para todos. Ya los probarás Luciano, anchoas y jitomates de mi huerta se me ocurre que pueden gustar para una celebración por hacer cosas que nos hagan felices, justas, y que nos hagan mucho reír.
Cierro el tema de la propiedad con una imagen de un postre vertido sobre una gran mesa en un restaurante argentino. No tengo el antecedente. Desconozco si así es o fue palomazo, y no imagino a qué sabría, pero me impactó. ¿Es un homenaje a Pollock?, ¿una memoria de Alinea?, ¿es de su autoría?, ¿importa de quién sea? Muchas preguntas y muchas respuestas: es de quien quiera, sin apartados, es de ellos, es de todos.