Opinión
Nube Viajera: Olas de mar
Felices 50 best a los que me gustan, a los que no, a los que me conocen y a los que no, felices 50 best a míLos brasileños le llaman al malecón que separa al mar carioca de la calle —ese que vi días y días de lejos y hoy, de cerca—, “calçadão,” que, además de dibujar las olas del mar como seguramente en su momento lo pensó su creador, Roberto Burle Marx, icónico arquitecto y paisajista que dibujó 4 kilómetros de mosaicos portugueses en Río de Janeiro; suenan a flip-flops. Es que Río de Janeiro suena a música, a chanclas, a volley ball en la playa, a gente guapísima, a temperatura y a cachondería.
Ayer apenas pude salir a la calle y festejarme, a mí, para mí y conmigo. Fueron días de agendas y abrazos apretados, de cansancio, tensión y pocas oportunidades de contemplar el mar que me hace bien y me tranquiliza. Ese mar que desde la terracita del cuarto 552 del Copacabana Palace se enmarca teatralmente frente a mí y me dice feliz cumpleaños. Cincuenta años de hacer lo que se me pega la gana es honestamente un triunfo en la vida.
Y pues salí a correr sobre los mosaicos de Burle Marx y sentí la vibra de esa ciudad mientras pensaba que había sido un triunfo de país lo que había sucedido hacía dos días, que me siento inmensamente orgullosa de ellos, de México y de mí, y que quizá es karmático estar cumpliendo años. Mis 50 Best.
Me regalé esa mañana paz para escribir, paz para ver el cielo, paz para agradecerle a la vida lo afortunada que soy, y curiosidad de conocer Río de Janeiro. Quiero ver unas islas, quiero comer en el restaurante con nombre de novela satírica, quiero batida de coco en vaso pequeñito, ese localísimo “copo americano” en el que sabe bien un café de Brasil, algo con cachaça y, además, me parece la medida ideal para pedir una cerveza que en ningún lugar del mundo sirven tan fría como en acá, 190 mililitros de gloria. No he pisado Leblon, quiero ir a la playa de Ipanema y quizá, hacer turismo de esos cerros de piedras monolíticas que parecen de tiempo de dinosaurios. Tomé muy mal vino y muy buen vino, aunque intuyo que viene mejor.
Corrí por la playa de Copacabana y celebré a los 17 cocineros mexicanos que fueron reconocidos en esta controversial lista de restaurantes, en la que algo tengo que ver y pensé, es que sí, esto de ser latinoamericano es muy poderoso, y, en serio, hay cocineros enormemente talentosos. Faltan muchos de reconocer, sobran algunos cuantos también, hace falta más cocina de antes y me atrevo a decir que menos interpretación, hacen falta más mujeres y menos egos, pero, en general, corría largo la mañana de ayer con una sensación de satisfacción. Felices 50 best a los países, a los cocineros, a los restaurantes, a los comensales, a los meseros, a los productores, a los destinos; felices 50 best a los que me gustan, a los que no, a los que me conocen y a los que no, felices 50 best a mí. Que sólo venga crecimiento y, gracias Enrique por repetirme que la vida es maravillosa. Felices 50 best.