Opinión

Nube Viajera: Octubre rosa y octubre de caldos

Es niebla mental, me aseguraron mientras me decían: una taza de caldo de huesos diaria y, para tu niebla, solo un post it

Nube Viajera: Octubre rosa y octubre de caldos
Valentina Ortiz Monasterio Foto: Especial

Es como un espacio en blanco en la mente. ¿Ya le dije al cocinero que no se enoje porque no escribo sobre él? ¿Ya aclaré que Mérida es la capital de Yucatán al visitante extranjero? ¿Ya le escribí a Micha para hacer magia?

Es niebla mental, me aseguraron mientras me decían, Valentina, una taza de caldo de huesos diaria y, para tu niebla, solo un post it. Ah, y no googlees las causas porque, como dice la canción de Celia Cruz, qué pena me da tu caso, lo tuyo es mental.

Es que el cuerpo y el cerebro son muy maleables. Atenderlos, esforzarlos todo el tiempo, ejercitar sí los glúteos ahí arriba de los isquiones, pero más la mente y el corazón, músculos divinos llenos de recuerdos y de emociones. Como le dije a Checo, qué bonito es hacer a la gente feliz.

Más cosas pasaron. Me llamó la atención que “alguien” opinó frente a mí que algunas marcas capitalizan el octubre rosa para vender más que para concientizar.

¿Tú has tenido ese miedo rosa?, lo cuestioné con tristeza en los ojos. Bajó la mirada y sé que fue a comprar decenas de conchichis de las de Elena y Balero rosado, esa garnacha fresquita, que destinan una parte de sus ventas del mes a la causa.

Nuevamente, el cerebro es maleable, ojalá le caiga el veinte. Y si no, Ale preciosa, entre menos burros más olotes.

El martes me comí un chawanmushi muy, muy bien hecho (gracias Angelito por ese champagne que me gusta) y supe con cada cucharada que aquel colágeno de pescado sana deficiencia de hierro, pero más alimenta la sonrisa. Y sirvió. Y en Ticuchi, la media Margarita con mi Armandito, el de toda la vida, me preparó para soñar bonito, soñar en paz.

Qué paz soñar en paz.

Entonces, volvamos al caldo de huesos. Quiero de res, de ternera o de pescado. ¿En slow cooker?, no, no me late el contacto con ese metal. Y así, hurgando, encontré mi receta: necesito carne para el colágeno y no sólo huesos, cierta rostizada previa, algo de Maillard, limpieza de las impurezas en el hervor, paciencia en las horas de cocción, muchas hojas de verduras y algo de vinagre de manzana. Dan ganas de hacerlo en una olla de barro gigante que tengo para hacer café, como que siento que le pone buena vibra. Ya veremos. Ah, y rábano para la niebla ya supe -y me encanta-, y abrazo y buena onda. Con eso.

Me voy al mar, a mirar vides y a comer bien en Ensenada. Paso por un caldo de opa en el camino.

Ni caldo frío, ni vino caliente.

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