Opinión
A pedir de boca: Sin miedo a comer
Durante una década, he sido víctima y protagonista en una trama de trastornos alimenticios. Desde las sombras asfixiantes de la anorexia y la bulimia, hasta el abismo oscuro de la obesidadEn este recorrido a través de días y noches, entre las páginas del calendario, me adentro en pensamientos que se aferran a mi mente como una melodía pegajosa.
En la semana del Día Mundial de la Salud Mental, ese punto de convergencia entre mi historia y un mundo donde la imagen y la percepción están en constante metamorfosis, quiero compartirles mi experiencia convirtiendo algo tan noble como la cocina y la comida en lo que por muchos años fue mi enemigo más acérrimo.
Durante una década, he sido víctima y protagonista en una trama de trastornos alimenticios. Desde las sombras asfixiantes de la anorexia y la bulimia, hasta el abismo oscuro de la obesidad, he navegado por todas las tallas imaginables, de XS a 3XL, como capas de un vestido que cambian con cada estación de la vida.
Sin embargo, en medio de este torbellino, he encontrado una verdad reveladora: la comida es una fuente de vida y felicidad, no un enemigo a temer. Al igual que un buen vino puede ser un gran deleite en la vida, el arte del buen comer también lo es. Pero al igual que nunca bebo cuando estoy triste, no recurro a la comida como refugio para lidiar con emociones negativas. La comida es un regalo que merece ser saboreado, celebrado y compartido, nunca un recurso para evadir la realidad, ya sea comiéndola o dejándola de comer.
En esta encrucijada, entiendo la tentación de utilizar el control de la alimentación o el descontrol total de todo lo que llevamos a nuestro cuerpo como un salvavidas. Pero, al igual que el alcohol que a menudo se presenta como un refugio en momentos de tristeza, los trastornos alimenticios ofrecen soluciones ilusorias.
La verdad es que estos trastornos son como un oscuro carrusel que nos arrastra como una ola mar adentro, despojándonos de la alegría, la vitalidad y la conexión con nuestra propia luz, perdiéndonos en la profundidad de nuestra propia mente.
Este mensaje es un recordatorio de que cada bocado es un acto de amor hacia uno mismo, una oportunidad para nutrir cuerpo y el alma. Celebremos la vida a través de la comida, sin miedos, sin restricciones absurdas y con gratitud por la maravilla que es el acto de comer y cocinar. Brindemos por la alegría que nos brinda la comida y por la libertad de saborearla plenamente.