Opinión

Nube Viajera: 8 mil km después

Siempre me ha parecido poderosa esa ciudad. No la conozco como quisiera, pero pienso hacerlo ahora que pisaré tierras brasileñas, dos veces, en las próximas semanas. Dos veces, insisto, dos.
viernes, 2 de septiembre de 2022 · 00:00

Siempre me ha parecido poderosa esa ciudad. No la conozco como quisiera, pero pienso hacerlo ahora que pisaré tierras brasileñas, dos veces, en las próximas semanas. Dos veces, insisto, dos.

La afinidad de esa ciudad con la mía es sorprendente, y más lo es la música por dentro que ellos y nosotros tenemos. Sabor, porque aquel país y el mío, tenemos sabor. Abrazo, porque aquel país y el mío, tenemos abrazo.

Ya me anoté cositas que están pasando en la ciudad paulista, ver las trenzas de seda de Kumihimo en la Casa de Japón, volver al Museo de Arte de Sao Paulo, ese increíble edificio de Lina Bo Bardi, quizá ahí caminar una exposición de retratos que ya le eché el ojo y probar algo ahí abajo en A Baianeira de Manuelle Ferraz. Quiero ver caras que quiero, tomar muy buen vino, volver a pequeños comercios que por su curaduría en sandalias, litografías o vestidos ya siento como míos. Probar cocina mexicana en Sao Paulo será también cereza en el pastel, más tequila y menos cachaza quizá, y transmitirles de qué estamos hechos, cómo nos gusta comer, abrazar y querer infinitamente con la panza, con la sed y con el corazón. Y claro, ir a Picchi, porque a mí que un restaurante italiano sea de manteles largos me parece, en todos sentidos, un regalo. Y sí es extraordinario como ese, un tesoro.

Y también quiero viajar 600 kilómetros y entender por qué Belo Horizonte es la ciudad que acabó con el hambre, qué se come y por qué, probar el café de sus regiones cafetaleras y hacerle al pao de queijo que tanto seduce. Quiero quesos locales y mercados de Minas Gerais y, como sus locales dicen, a falta de mar, bar.

Es lejísimos Brasil. No solo una sino dos veces estaré pronto con amigos que quiero, con cocineros talentosos y con hermanas de vida que les toca ahora mostrarme su mundo y sus cocinas con tantísima ilusión. Comer de nuevo con Luiz en Evvai, abrazar a Janaina y celebrar su Porcomundi, pensar en temas de género, ver arquitectura, comer japonés, tomar champagne, sentarme en parques usando mi app para reconocer la flora local y, si la vida me regala lo que quiero que me regale, ver el mar. Saúde Brasil.

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