Opinión

Nube: Viajera: Consumir cocina

Mi biblioteca de gastronomía es chonchita y, de todos esos ejemplares, hay algunos que particularmente me parecieron adelantados a su tiempo
viernes, 24 de junio de 2022 · 01:50

Pensé en el libro de ElKano. Esa textura marina de los forros, esos retratos tan humanos de los pescadores, las historias de las tejedoras de redes, de lo amigos y me acordé muchísimo de un amigo que quiero y extraño cuyos retratos de cocineros me enchinaron la piel hace ya muchos años, eres enorme Pedro Torres. Continúo con mi ejercicio y estos últimos días he revisado portadas, contenidos y formatos ad nauseam y namás no doy, pero ya voy cerca. ¿Cómo se hace un libro de comida que sea memorable?

Mi amigo Sandro hacía unos lindos. Diego García Elío unos maravillosos. Tantos cercanos involucrados en la hechura de libros de arte, de tacos, de cocina de Zihuatanejo, de aguacate o de vinos; aunque sigo sin encontrar mi referencia. ¿Qué debe contener una publicación cuyo objetivo sea inspirar a quien lo consuma a adorar su cocina, honrar sus ingredientes, cuidar su entorno y cocinar? Es un reto.

Mi biblioteca de gastronomía es chonchita y, de todos esos ejemplares, hay algunos que particularmente me parecieron adelantados a su tiempo. El de Harlan Estate, una belleza de libro elegantísimo como su arquitectura y algunos de sus vinos. De Taschen me fascina Cómo funciona la cocina de elBulli y México de adentro hacia afuera; libros útiles, sabrosos y humanos. Hace años me regalaron amorosamente el ejemplar de los 100 vinos de Borgoña editado por Assouline y lo consulto, respeto y, sobretodo adoro; libros bien hechos que informan, de consulta, pero con imágenes poderosas.

Viví muy cerca de los libros de cocina editados por Patricia Van Rhijn, de la belleza de colección de recetarios españoles antiguos y hasta de un libro de la cocina mexicana propio, que por razones ajenas a mi, aunque impreso, nunca vio la luz. Tantos ejemplares de cocina colombiana que me regaló Rodrigo, las impresiones de la Palafoxiana de cocina poblana, los heredados de mi abuela, tantos libros de comida y de cocina que tengo, tantos de ellos inútiles, tantos de ellos bellísimos, otros solamente útiles pero feos.

Atesoro mis libros de comida y cocina. Un libro me parece un acto de valentía y con recetas, uno de generosidad. Esos libros que compré en Babel Lima, Elogio al erizo, aquél del Papa Pío V, el de Ignacio Peyró, ¿son referencias de lo que ando buscando?, no; pero cómo me han alimentado. Tengo un ejemplar de cocina balinesa que jamás he usado pero cuya estructura me parece cercana a aquello que andamos persiguiendo: divulgar. Un poco de buenas plumas, otro poco de contexto, origen, sustentabilidad, algo de ayer, algo de hoy, imágenes inolvidables y recetas, nos gusta que siempre haya recetas.

Quiero comprar tres libros, el de Frantzen, el restaurante, cuyo diseño editorial parece bellísimo, el recién presentado de la cocina de la familia Mendoza, Identidad Zapoteca (y que Nachito me lo firme), y el de La Cuchara de plata, la que dicen es biblia de la cocina italiana ahora reeditado. Soy cachivachera de libros, coleccionista de objetos con los que uno sueña o hace gastronomía, me voy acercando a lo que quiero hacer, la búsqueda siempre divierte.

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