Opinión

A pedir de boca: Pollock en Colima

Interpretar arte en la cocina, es la receta secreta para un festín en Gracias Comedor durante las noches de los próximos 14, 20 y 21 de mayo
viernes, 13 de mayo de 2022 · 01:50

En la calle de Colima 333, al subir varias escaleras cruzando el umbral de una puerta angosta, se extiende una amplia terraza con unas mesas monísimas que hacen juego con sillas estilo mix and match, que durante las noches de los próximos 14, 20 y 21 de mayo, convertirán a Gracias Comedor en el lienzo donde el chef Diego Morones, dejará la filipina para convertirse en guía de un viaje por el tiempo y el espacio. Nos hará llegar hasta los Hamptons de los años 40 donde Pollock y su esposa, la también pintora Lee Krasner, servían banquetes en su casa para los nombres más influyentes y las mentes más creativas de la época.

En este viaje, Diego abre el portal con un clambake que es una fuente fabulosa y abundantísima de almejas, langostas, cangrejos y pescados. Este plato llega cuando te sientas y no abandona la mesa. Verlo aparecer es una escena imponente, buscar el principio es difícil, pero una vez que empiezas, más difícil es parar, ahí otro símil con la obra de Pollock: una vez que te adentraste, no puedes dejar de admirarlo y perderte en sus texturas, colores y sabores. Todo aderezado con una mantequilla de alga que además de original, ocupa un lugar en la memoria de todo aquel que la prueba.

Justo cuando estás disfrutando de esta travesía, el chef trae de la cocina una sopa de langosta que te hace olvidar cualquier preocupación, es como ser arropado por el mar mientras se espera con emoción el siguiente platillo. Los demás tiempos son una danza que se divide en dos actos: el primero es un beef tartare coronado con helado de pimientos que —aunque suena absurdo— funciona mejor que un auto alemán nuevo. El segundo acto es una tarta de almejas, cuya principal labor es hacerte ignorar que ya has comido suficiente y que, por tanto, aún hay espacio para seguir probando.  Este viaje te transporta 60 años atrás, estás en una costa extranjera en casa de pintores brillantes, casi puedes oler el vino, oír las olas del Atlántico y ese típico acento americano que todos hemos escuchado en las películas de la época.

El baile se cierra, este viaje está por terminar, como anuncio y apapacho llega un panqué de pera y mantequilla que te lleva de nuevo al presente, un resabio de nostalgia pasa por el paladar y de pronto estás de vuelta en la colonia Roma. El chef ha regresado a su filipina y las luces de Gracias Comedor te invitan a compartir la experiencia con tus compañeros de mesa.

Si tienen ganas de algo diferente les recomiendo este viaje al pasado, a probar sabores de tierras extranjeras, creaciones de un matrimonio roto que en su turbulencia produjo arte no solo en el bastidor, sino también en la cocina.

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