Opinión

Nube Viajera: Por muchas primeras veces

Así fue mi reciente viaje a Panamá. Tres breves días del mejor café del mundo, de desayunos chinos, y muchas primeras veces
viernes, 13 de mayo de 2022 · 01:40

La memoria es prístina. Mi novio tenía dos años más que yo y era mucho más experimentado. En el coche sonaba “Princesa” de Joaquín Sabina y, cómo me marcó la canción, me marcó también la sensación de las mariposas en el estómago al llegar a la Cineteca. Tenía 14 años, era mi primera vez en Princesa, mi primera vez en mariposas y mi primera vez en tacos de cabeza en Taxqueña.

Las primeras veces son lindas y más lindas cuando son inverosímiles. Sólo escribirás tu primer libro una vez, y nunca pasarás de nuevo por esa inocencia, leí hace poco. Es lo sabroso de ver un nuevo mar por primera vez y emocionarse, de descubrir un ingrediente y salivar, de escuchar una nueva historia y aprender, llorar, cautivarse.

Así fue mi reciente viaje a Panamá. Tres breves días del mejor café del mundo (y en Café Unido), de desayunos chinos, y llenos de muchas primeras veces. Como duermo con las cortinas abiertas, me despertó -por primera vez-, el sol calientito reflejado en un altísimo edificio de arquitectura cincuentera, como si me quisiese calentar el corazón después de un par de pesadillas.

Primera ocasión también fue probar el guandú morado, frijolito inolvidable (ya lo quiero hacer con coco), y primera vez de seren de langostino, guisito panameño que luego supe que era de la zona de Chiriquí, donde también un día tuve una primera vez de cata de geisha en los cerros de Boquete. Mario Castrellón, mi reciente anfitrión, me cachó a la primera y me vio carita de emoción ante tantas primeras veces en su tierra. Hombre talentoso, estratégico y con  la vida a tope, como ya se llama uno de sus restaurantes. Mario sabe cosas y sabe de cosas, y esa es, quizá junto con aquella mesa en el bar de Maito, la mejor flor que le puedo echar. 

Salir a navegar aguas panameñas fue otra primera vez que, a su vez, y porque la vida es mágica, englobaría muchas otras primeras veces. ¿Whispering Angel en las rocas?, nunca antes y ya lo adopté; anclar en Contadora y clavarme en las historias de aquella isla y Noriega, el Ché, Fidel y el sha de Irán, también primeriza. Me imaginé la más sirena en aguas de conquistadores y, como nos prometimos la repostera y yo en ese atardecer infinito entre risas de las que duelen, dolores de los que te ríes y hombres anfibios, what happens in Contadora, stays in Contadora. Y habrá más. Pienso volver a la isla que recibe su nombre por ser el lugar donde los españoles contaban las perlas antes de viajar con tesoros a Europa. Voy a volver y, en esa sombrita sobre la playa, armar mi propio chiringuito a la mexicana para asar pescado con algo de hoja de plátano, hacer taquitos, ofrecer margaritas al ritmo de Juan Gabriel, y, esta vez, regalar a los otros el sentir las cosas lindas que se sienten la primera vez. Por muchas primeras veces.

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