Opinión

Nube viajera: El número uno

Hagamos una promesa, añadió, comamos en todos los mejores restaurantes mexicanos que nos gustan y llamémosles siempre, los mejores restaurantes del mundo...
viernes, 25 de noviembre de 2022 · 00:00

Platicaba con mi peluquero dos cosas, primero, que no todo mundo merece un asiento en la mesa de tu vida -qué sabiduría-, y, también, que Pujol y Quintonil son, juntos y al mismo tiempo, los número uno, porque vaya, no creo que haya restaurantes por estos lares del planeta que marquen tanto el corazón.

Esas son las cosas que hablo con él mientras juega con mi pelo y me despeina, al tiempo que me pintan la uñas de rojo encendido, me arreglan las cejas y me hacen masajito que drena la vida.

Pero, de nuevo ¿quién es uno para determinar cuál es el mejor restaurante en un mundo subjetivo, personalísimo y bastante llenito de ruido?. El peluquero, con quien comparto el gusto del buen comer y es fan como yo de La Table de Bruno Verjus, viaja pronto a Brasil y me preguntó, ¿cuál es el mejor?. Lo frené y le dije ¿para quién?, ¿para las estrellas?, ¿para la lista inglesa?, ¿para algunos amigos?, sé específico, le pedí. La respuesta era obvia, cuál es el que más te gusta a ti Valentina. Me tomó siete segundos decir Oteque. Y a ¿quién le importa verdad?, pero vaya tamaño de cocinero.

Le dije que me cortara un poquito más y me comenzó a recordar -es muy platicador-, cuando fuimos juntos a Ziracuaretiro después de la feria de artesanías en Uruapan. Tu abuelo te regañaría, dijo, siempre que íbamos decíamos que La Mesa de Blanca ahí, al lado de las vías del tren en aquél poblado michoacano, era el mejor restaurante del mundo. El taco de carnitas, el chamorro, los chiles capones, las cazuelas gigantes de cobre para cocinar cerdos en pedacitos que son después lavadas y pulidas con salsa Valentina. Cuánta verdad, cuánto sabor, cuánta historia.  Tiene toda la razón del mundo, ¿por qué no llega la atención de los medios por allá?, y de verdad, cuántos mejores restaurantes del mundo hay por todo México a los que no les estamos prestando tanta atención.

Hablar de Lima con el peluquero era lógico. Porque extraño ver el mar, porque comen bien, porque se organizan bien, y pues porque hablar de comer rico es rico. Le conté que hace muchos años tuve una comida memorable con Jaír Téllez en un establecimiento limeño sencillo, de los de verdad, de nombre Don Fernando. No teníamos idea de esa cocina del norte de Perú, nunca habíamos probado el ceviche de pato, no sabíamos lo que era un chupe, y todo, absolutamente todo, nos sedujo hasta la médula. Nunca volví pero cocineros a los que respeto veo que lo frecuentan. Y Don Fernando, ¿también necesitaría más miradita foodie para ganar premios internacionales?, ¿Lo necesita?, ¿querría?. Preguntas que no se responder pero que sin duda son me hacen pensar.

Quedaste regia querida, me dijo. Siempre me echa porras y me vienen de maravilla. Hagamos una promesa, añadió el peluquero, comamos en todos los mejores restaurantes mexicanos que nos gustan y llamémosles siempre, los mejores restaurantes del mundo. Y lo son.

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