Opinión

Nube Viajera: Estos días  

Anoche dormí poco y dormí mal. Buscaba una buena receta de roles de canela y, pensé, ¿es posible ser como uno es sin repercusiones?
viernes, 20 de agosto de 2021 · 01:30

De vez en cuando reviso textos viejos. Tengo tantos, y aunque ya cansa mi cantaleta de escribir un libro con lo que pienso, escribo y como, y por qué lo hago; así como la promesa de cuidar mi alma y mi cuerpo, también el libro me prometí. Regresemos; revisaba entonces textos de una época hace no mucho en los que se reflejaba por todos los ángulos dos palabras simples y llenas de significado: ser libre. 

Anoche dormí poco y dormí mal. Buscaba una buena receta de roles de canela, -Chabela por favor ayúdame, te pensé horas-; y leí entre la perdedera de tiempo y el insomnio, que la libertad es ser como uno es sin que nadie ande de latoso, pero al mismo tiempo no dar lata con los que no son como uno. Sé que la tengo cuesta arriba, ya sé.  

¿Es posible ser como uno es sin repercusiones? Digamos, si no disfruté muchos de los vinos que mi amigo Jair con su sonrisota y su corazón me sirvió hace poco en su revisitado Laja, y sí muchísimo la cocina, ¿le afectó?: nada, es un hombre preclaro. Otro ejemplo más personal, ser así tan sin filtro como soy, libre muy libre, ¿repercute? Jíjole, no sé. 

Ahora viajo a atender asuntos a Baja California. Sólo ver ese mar sana, sana profundamente, como sana ser la mochila de Alfredo que ya me lo propuso, sentarme a hablar con Javier a quien con suerte cacho por allá, o tomarme un vinito con Diego y su Bete Noire. Volveré a Lomita, lugar que tatuó mi decisión de hacer cosas por aquéllas tierras (aunque con mejores outfits) y festejaré con la familia la singularidad de todo lo que ahí se hace. Intercambios, puros intercambios.  

Cuando tenía 17 años estudiaba cocina en París. Qué libertad tan incitadora de seguir siendo así toda la vida. Sentarse a ver pasar la gente en las Tullerías, pasar horas revisando platitos y moldes en Dehillerin, hacer poco y hacer mucho. Muchos años después Lu hace lo mismo aunque con una mente mucho más elevada y un corazón que como esponja chupa emoción, y no puedo dejar de pensar en lo nutritivo que será eso para toda la vida. Ya mero voy mi cielo, a sentarnos a comer pan y leer cartas de vino, y a comprar mis hierbas para las aceitunas que tanto le gustan a Armandito en Fauchon, no podemos dejar de traerle.  

 A veces escribo más en plan cartas de amor que sobre lo que me invitaron a escribir en este diario, pero pues así de voluntariosa soy. Vienen días a los que hay que entrarle con ánimo y estoy segura que cada uno de ellos tendrá inolvidables bocados y uno que otro vinito de esos que me andan gustando. Dicen que el vino nos da libertad y el amor nos la quita. Ahí lo dejo de tarea. 

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