Opinión

Bitácora del Paladar: Cocina sin paredes

Anna Condax y el chileno Ricardo Verdejo, fundadores de Flavo. Un concepto de cocina sencilla y bien ejecutada. No se somete a muros y vive de mentes abiertas
viernes, 2 de abril de 2021 · 01:40

La escena gastronómica de Santiago le conoció en el 2015, cuando el joven de mandil grande daba sus primeros pasos en un restaurante llamado “99” y como a todo adolescente, le quedaba pequeño el mundo. Se abrió paso con mochila al hombro y busco en América Latina, Europa y Estados Unidos, los elementos que le llevaran a cocinar feliz. Al final, desde mis ojos de comensal, el cocinero que no busca la alegría del plato y el servicio tiende a morir de frustración entre los premios que asfixian y las letras que engañan.

Ricardo Verdejo llegó a México con ritmo y conoció a Ana Condax para fundar un proyecto cuyo nombre es Flavo. Por ahora, es una cocina sin paredes que cuenta con una cava de vinos naturales y han transitado por varias calles de la ciudad de México, demostrando que para cocinar no siempre se requiere de un local, pese a que lo desean con ansia.

No buscan ser errantes mucho tiempo y es por eso, por lo que suelen gritar en voz alta, que buscan un hogar donde establecerse.

Ana es suave y alegre, conoce mucho de vinos y los conversa muy bien en su pequeño español bien estructurado. Su origen francés le lleva a portar sutil elegancia cada vez que se asoma por la mesa, dejando que los platos de Ricardo luzcan y se subliman cuando en los maridajes novedosos de Ana se hacen presentes. Ella imprime las notas carbónicas y ácidas de vinos bien seleccionados.

La cocina de Ricardo es vegetal en su mayoría. Le gusta aportar sabores y olores que en otras cocinas se han ausentado y hace que los montajes en el plato se acomoden a la vajilla del lugar en el que están cocinando. No hay límites al sabor ni a la estética, como lo muestra un plato de hongos que se deja untar de manera perfecta al pan de masa madre.

Uno de los platos que generó amplia emoción y sutil descontrol el día que fui a cenar con ellos, fue una berenjena con cuatro texturas que se posaba con sutileza en una sopa de queso.

La pelea entre el sabor, el puré, lo rostizado, lo deshidratado y la reducción de la berenjena, provocó que la inquietante mente del cocinero se expresa desde el plato durante el traslado de la cuchara a la boca.

Flavo es una cocina obligada que debemos de probar, Es sencilla y bien ejecutada, no se somete a las paredes y vive de mentes abiertas que disfrutan los platos ricos con un servicio excepcional.

Como en todo, hay mucho más que decir, por eso dejemos que el viento haga lo propio.

Otras Noticias