Opinión
Nube viajera: Mujeres diosas
Leo felicitaciones y homenajes a cocineras, escritoras y poetas y coincido, qué merecido reconocimiento pero, ¿lo hacemos más seguido?Días de emociones que mueven, unas sacuden, otras que se mecen despacito de un lado a otro, pero casi todas vinculadas con mi privilegio de ser mujer, de gozarlo, de lucharlo, de homenajearlo y de caminar orgullosa con cabeza y con caderas.
Han sido días incendiarios. La lucha se contagia le contaba a aquella mujer poderosa de mente y de amor mientras corríamos tempranito sobre el Paseo de Reforma resolviendo nuestros corazones y ordenando las emociones. Pero está bien que suceda, la deuda histórica pesa, para las que cuidamos de ser mujeres con empoderamiento útil todos los días, pero también para las que se acuerdan menos de hacerlo, o simplemente no pueden. Que se normalice la lucha de género, que los talentos se reconozcan equitativamente, que la violencia se condene y que el pan sea bueno por ser bueno, no por qué lo horneó un hombre o lo horneó una mujer.
Leo felicitaciones y homenajes a cocineras, escritoras y poetas y coincido, qué merecido reconocimiento, pero, ¿lo hacemos más seguido? Llevo decenas de años insistiendo destacar mis ideas y mi trabajo por sobre los ojos brillantes -que me salen- o los zapatos altos -que me gustan-, es mi condición. Y no será la de mis hijas, estoy absolutamente segura.
Compré no una sino dos mermeladas de Elena el lunes, aún y una cuando no tenía tanto pan; me fascina ella y el trabajo de una mujer femenina y aplanadora en todos los sentidos. Comí nopales de Titita en Azcapotzalco el domingo, mujer arrojada y poderosa cocinera aunque otras ensaladas también con queso panela me quedarán más cerca. Elegí la cocina-viaje tailandés de Francesca hace par de días porque me habían dicho que me gustaría si, pero también porque había un llamado de abrazo imaginario entre mujeres, y porque elegí lo bueno por bueno, pero esta vez también por haber sido creado por ellas.
Iré mañana al mar a ver mis cielos femeninos, departiré con bebedores y productores de vino argentino -casi todos hombres- y dedicaré cada mirada a generar empatía, a cerrar la brecha de género y a hablar de lo bien que nos salen las cosas cuando mujeres y hombres caminamos armoniosos. Somos gigantes con ellos y somos gigantes sin ellos.
Luciana, Paloma y Leonor, les dejé una notita a cada una. Emprendo un pequeñito viaje de búsqueda, de esos que me hacen mejor mujer, pero sobre todo de esos que por nutritivos generan que nuestro talento brille igual de intenso que nuestros ojos. Ya vengo.