Opinión
Nube Viajera: Sigo esperando
Ya se acaba el año y no me han invitado a ninguna posada. Es cierto no me gusta el ponche y me chocan los tejocotes¿Pastorelas?, ninguna, ¿pavo?, un par y provocados por los míos que adoran el concepto gravy y medio kilo de mantequilla por cada kilo de papa para el puré. ¿Romeritos?, ni un solo plato, pero el próximo miércoles me toca un taco y una telera con bacalao al que ya está invitado mi colega francés Nicolas (por cierto, qué buena nota en el NYT).
Lo que cuento habla bien o mal de mí, no sé. Pero la verdad es que ha habido muchísimo trabajo, no hemos parado de pensar, idear, solucionar y trabajar en esto que me gusta y se me da, hablar de cocina, que se nos retribuya por hacerlo, y lograr grandes cosas haciéndolo. Y divertirse, en el camino divertirse mucho.
Me doy cuenta de que estoy cansada de un año de emociones. Virus va, virus viene, gente va, gente viene, un ritmo de vida particular que hoy me hace reflexionar que hay una parte de mi que ya pide casita, pants, libros de cocina, focaccia con las niñas, tardes en la ventana y lo que más vale en la vida, aprender de los que nos gusta querer y querer más a los que nos gusta querer. Para descansar tendremos la eternidad decía mi abuelo. Pero no, no me han invitado a ninguna posada.
Si tuvieran que enlistar tres cosas que aprendieron en este año, ¿serían cliché?. Híjolas como dice Fernando mi amigo (y sí, soy yo la que escribía de pájaros en el alambre y de prácticas con Colagreco para nuestra chef), las mías no. Aprendí a hacer mejores tortillas de patata y eso me encanta. De mi gente aprendí muchísimo: change expectation for appreciation tan como es él de mesiánico me ha dicho tantas veces, y cómo le he aprendido. Ah, y abajo los bullies, gracias por la risa y risa siempre.
Creo que este año cociné mejor que nunca y cometí más errores también. Hace un par de días contaba, me siento hasta orgullosa de ello, del acto de deshacer y de deshacerme se construye muchísimo. Y se aprende.
Escuché a alguien hablando mal de mi. Hay tela de donde cortar eh, pero este más bien era el clásico que sin conocer ni mi vida ni mi trabajo habla mal como el que tiene tós. Pensaba, menos mal mis detractores no saben de mis verdaderas cagadas. Les parezca o no lo que hago, les deseo a todos lindos días de fin de año, abrazos, comida rica, muchos proyectos y sobretodo, aprender a ver la vida unos doce escalones espirituales más arriba, eso también lo he ido aprendiendo y cómo hace falta.
No sé si me van o no a invitar a una posada, pero ando en plan gozar de mi interior, de lo aprendido, y de una que otra cuba. Y aunque atea, la Navidad mejor en casa y cerca de la brasa.