Gastronomía

Nube viajera: un mono de punto de cruz

Hace días tengo frío y quiero un abrigo de tejido de lana de San Juan Chamula, medio cortito, sin cuello y con bolsas grandes para guardar llaves, canela y mi bordado
viernes, 19 de noviembre de 2021 · 01:50

He bordado toda mi vida, me divierte y me parece terapéutico hacerlo. Que si nopales que si corazones, que si en algodón o que si sobre telar de pedal michoacano que aprendí en Erongarícuaro hace muchísimos años. Adoro esos bordados sobre manta chiapanecos geométricos y limpios e imagino cuando los elaboraban con las puntas de maguey que antecedieron a las agujas, vaya trabajo.

Además de los trapos -como le digo yo-, que siempre quiero, huipiles, rebozos, servilletas, sarapes o enredos; ahora ando dándole al tortillero perfecto hecho a mis necesidades. No me gustan redondos, y es por necia, prefiero los trapos que arropan las tortillas como aquéllos Chamula que tengo y otros de la costa colombiana que adoro.

Oaxaca para mi se cuece aparte. Este sábado me pondré mi huipil de alacranes y flores que considero una de las piezas más elegantes de mi armario. Supera el astracán de mi abuela y a mis larguísimas capas de alpaca que me cubren y me cuidan. Cada vez que uso mis huipiles largos siento de todo. Tienen historia propia y si hablaran contarían todas mis intimidades; me hacen sentir princesa kikapú y me suben dieciocho niveles espirituales. Y, como señal divina, esta semana sucede Original, un encuentro entre maestros artesanos y diseñadores que exhibirá la riqueza y calidad del trabajo de pueblos y comunidades creativas de México generando vinculación, colaboraciones éticas y nuevos espacios de exhibición y venta. Qué importante, no solo promover el diseño textil mexicano en todo el mundo, sino además proteger sus diseños y fomentar las colaboraciones bien pensadas. Digamos, sí Tenango, sí París, pero bien hecho.

Original me parece un movimiento cultural importante y un merecido homenaje al arte textil tradicional de este país. Tráiganse sus aros de maderas, sus hilos de colores y nos ponemos a dar vueltas entre textiles, grana cochinilla, añil y púrpura bordando el yucateco punto de cruz o xokbil-chuy con motivos de monos, changos y hasta saraguatos. Y así terminamos mis tortilleros.

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