Opinión
Nube viajera: Esperando a mis muertos
Cómo no vamos a recibir a nuestros muertos con una fiesta opípara, cómo les dará gusto a las ánimas regresar a visitarnos entre cempasúchil, fruta, copal y vastísima comida...Por lógica, como dicen por ahí, si debe componerse de elementos con un significado valioso, mi altar de muertos tiene tequila blanco, vino muy bueno y por ende caro (así la vida) y whiskey feo.
Cómo no vamos a recibir a nuestros muertos con una fiesta opípara, cómo les dará gusto a las ánimas regresar a visitarnos entre cempasúchil, fruta, copal y mucha, vastísima comida. Mi altar siempre es un guateque.
Me había jurado tener tiempo para mandar a hacer papel picado especial y diseñado por mi ahí en Mesones y Tres Cruces, pero pues sólo me fui a Jamaica. Pero algún día, el hecho de mandarme a hacer uno a mi manera me sigue hacer soñando con una boda tapizada de guías de papel picado blanco y mole de novia.
Calabazas frescas multiformes y un platón michoacano lleno de naranjitas, limones y mandarinas de mi cosecha personal, -a Pollito le hubiera encantado mi mermelada-. Tengo una copalera bonita de barro oaxaqueño, prendida ya comenzó a limpiar y ahuyentar los malos espíritus. Indispensable la purificación estos días.
Esta vez lo coloqué sobre una mesa de Knoll redonda y cubiertísima de papeles de China. Fotos de mis muertitos para honrarlos y hacerlos sentir felices y agasajados y quizá pongo un espejo pues leí que en algunas comunidades del Istmo los colocan en el altar de muertos para recordarles a los que vienen que se ven, pero no existen. Fuerte todo lo que siento.
De guisos ponemos de todo. Mole, pan de muerto del que sabe a tantita manteca animal y mucho azahar, tacos de pollo y siempre sal. Entre muchísimas flores ya hay cigarritos y cantidad de alfeñiques, pescadores, catrinas con estolas de plumas y hasta calacas vendiendo en el tianguis.
Este año mi altar tiene un significado especial. Lo puse rápido y Lu adolorida sonrió conmigo haciéndolo, pero cada foto y cada figura me trajo recuerdos y me hizo pensar lo chingona que es la vida, lo frágil, lo increíblemente corta para hacerlo mal.
Estaré esperando a mis muertitos desde ya. He pensado estos días en mi abuelo, en su honor y porque así lo hizo el día en el que murió, me tomé hace unos días con Pablo y mi padre una copita de Armagnac de una botella muy especial. La nariz era gloriosa, y además sabía a memorias, de él, de amor, de tanto. Póngase derecha y no se vomite me hubiera dicho aquel cirujano plástico que no me hizo la nariz, que me enseñó a comer foie gras y que fue mi abuelo.
Mis días han estado llenos de emociones y creo que no me cabe una más. Pero a mi altar sí, me falta buen queso y a falta de Petrus del ´73 voy a poner un Coteaux Champenois honrando al amor. Copal y velas prendidas, no se tarden en llegar.