Opinión

Bitácora del Paladar: Desiertos comentarios

Sin cocina, no hay vida en la ciudad, salvo que la autoridad solo quiera convivir con un desierto y un cementerio
viernes, 15 de enero de 2021 · 01:40

Cuando el piso no es parejo, siempre hay alguien que se lastima.  

La apuesta al destino incierto o al milagro es lo que ha prevalecido en las autoridades sanitarias. El dejar a la suerte o tratar con su estilo improvisado la salud y la economía en el país y en la CDMX comienza a dar frutos. De alguna manera, sus discursos, acciones y omisiones están dañando una de las fuentes primarias de la economía en la ciudad: La gastronomía.  

Maquillar cifras, no ser claros y el descargar la responsabilidad única al ciudadano nos ha llevado a esta crisis en la industria restaurantera. Claro, todos debemos hacer lo propio, sin embargo, cuando en semáforo rojo por COVID-19 se permite a los locatarios de comida de banqueta instalarse y vender para consumo frente al puesto, mientras que se prohíbe a los restaurantes abrir la venta en la mesa, la señal es peligrosa y más grave es el argumento del Secretario de Gobierno de la CDMX que con desdén y palabras venenosas busco dividir algo que está unido.  

Él explicaba ante CANIRAC: “Los informales pueden estar abiertos en semáforo rojo porque son pobres”. Lo que Suárez del Real no sabe, es que antes de la pandemia, había muchos cocineros que, al terminar turno, buscaban ese taco de calle. Esto es parte de una normalidad en una ciudad gastronómica y es una riqueza que él no comprende.  

El amplio desconocimiento sobre la industria restaurantera es terrible y el gobierno de la ciudad, genera la diferencia en las clases económicas, dejando un sabor rancio en una ciudad en franca descomposición.  

Las revueltas en el medio gastronómico no son tan lejanas, he aquí un ejemplo de historia cuando el gobierno ignora los sentimientos y el conocimiento de aquellos a las que imagina representar. 

En Francia, en 2007, un día antes de que Nicolas Sarkozy fuera investido como presidente, el Comité de Acción Vitícola, mejor conocido como CRAV lanzaba una campaña de violencia de bajo nivel en la región de Languedoc - Roussillon. Esta zona era la más afectada por la crisis económica y los terroristas del vino realizaron varias acciones, entre ellas la publicación de un video donde el CRAV apelaba de los vinicultores a recuperar el antiguo estandarte y rebelarse como en 1907 donde un puñado de vinicultores acabaron con su vida.  

En 2005, el CRAV secuestró un camión español que transportaba vino y vertieron en la carretera más de treinta mil litros producto de vid. En 2006 en Narbona hicieron un caos en la ciudad y dañaron líneas férreas y telefónicas, cerrando las protestas con bombas rudimentarias en varios supermercados de la región.  

Los más de mil miembros que componían la base de resistencia, eran hijos de la tierra y defensores de los desamparados vinicultores, que no lograban eco para que el gobierno les apoyara en las condiciones de injusticia e iniquidad que existía en Francia para el sector del vino. Esa nostalgia de lucha francesa se había envuelto en una flama que ardía por la culpa de un gobierno insensible, cerrado y ausente de conocimiento. No sólo el vino estaba en riesgo, era la agricultura y la gastronomía de una región en un país en crisis.  

En la Ciudad de México, este 2021, se manifestó en un cacerolazo desde el pasado 11 de enero. Las declaraciones de la jefa de Gobierno han sido desafortunadas al afirmar que se quiere una foto para lucirse de parte de los restauranteros. Aquí se quiere trabajar para comer. Es lo que se desea. 

Las pocas ventas del restaurante, los muchos trabajos detenidos en el sector gastronómico y las acciones insensibles del gobierno, pueden ahorcar un sistema de vida. 

Se anunció que los restaurantes abren este 18 de enero con una serie de medidas acordadas. Hay tantas familias que dependen de esto y esta acción es un pequeño grano de sal en este mar de desacuerdos ante una autoridad incompetente, que sólo con un ruido de cacerola pudo despertar.   

Cuidemos la salud, seamos todos responsables.   

Sin cocina, no hay vida en la ciudad, salvo que la autoridad sólo quiera convivir con un desierto y un cementerio.  

Twitter: @elbetob 
Instagram: @betoballesteros  

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