Restaurantes

Bitácora del paladar: Late un corazón de vid

Aún en estos días de guarda y viajes limitados, las ideas de estar en un viñedo alientan las esperanzas de todo viajero
viernes, 25 de septiembre de 2020 · 01:40

Hay una uva que nace en un Valle y elige una forma feliz de vivir. Es parte de un ecosistema que pelea por vivir disfrutando de la naturaleza en una zona privilegiada al norte de México. Vive en un estado llamado Baja California, zona de nueva cocina y de gran conciencia en la gastronomía, en el culto a la cerveza y en el vino de México. Aquí en el Valle de Guadalupe, se tiene un sentido muy profundo con lo que pasa en el entorno.  

Esta uva nace y crece con la sencilla idea de hacer del espacio agrícola un sereno lugar donde se cuente una historia de respeto sobre su entorno. 

Pasa el tiempo y la convivencia entre los restaurantes, las bodegas y el ecosistema, se basa en prácticas sanas del cultivo, en el cuidado de su alrededor y en el disfrute de todos los días, de los vientos, de la lluvia, de la fauna y de las variadas temperaturas con las que se vive en el Valle de Guadalupe.  

Los vinos son disfrute y la memoria que guardan, son la esencia de casa. Aquí exhalan tantas historias que, con sólo pisar la tierra del campo, se siente un corazón que bombea con fuerza hacia nosotros, provocando el disfrute de esta armonía con la naturaleza.  

La humedad de un cuerpo emocionado se torna en energía que alimenta cada vid, de cada uno de los espacios de cultivo. Esa es la magia de la uva en nuestro país.  

Existe en esta zona, una convivencia local con los 3 mil habitantes del Valle de Guadalupe, y se vive con los ojos bien abiertos en todo lo que entrega a este amplio país. La cantidad de visitantes que tiene todo el año, de ciudades como Monterrey, Ciudad de México, Guadalajara compite de una manera muy sana con los visitantes de Norte América, de Europa y de Sudamérica que gozan el llegar a este espacio de grandes contrastes en las temperaturas, pero con un carácter único todo el año. Aún en estos días de guarda y viajes limitados, las ideas de estar en un viñedo alientan las esperanzas de todo viajero. 

Nuestro vino es atemporal y se nutre con los esfuerzos de muchos actores. Lo que hace gente como Paz Austin, desde el Consejo Mexicano Vitivinícola, es un homenaje al producto de la zona. Ella en cada acción que ejecuta imprime tanta fuerza que se genera una caja de resonancia positiva.  

De alguna manera, ella provoca y contribuye para que el vino se quede en la memoria del consumidor. Es por ello que el CMV en un espacio abierto con vista al campo donde se deja que la naturaleza acompañe a cada proyecto.  

No hay tardes en las que uno no disfrute el adiós al sol, mientras se acompaña de un buen vino y alguna receta de reciente creación.   

Lo efímero de la copa, deja una huella en la memoria del consumidor, logrando con ello que las emociones en las tareas de la elaboración nos empapen de emoción y sutileza al disfrutar un vino mexicano.  

Es tiempo de apostar por nosotros mismos, es tiempo de disfrutar el mar de sentimientos y emociones que nos da el vino mexicano, es por ello, que nunca es tarde para celebrar que en nuestro país hay una uva, que siempre nos llevará de la mano a una historia. 

Twitter: @elbetob 

Instagram @betoballesteros  

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